miércoles, 6 de agosto de 2014

Oraciones y Prácticas diarias de los Hijos de María



Para poder crecer en gracia y santidad de corazón, debemos fomentar dentro de nosotros mismos una vida interior de oración y sacrificio como Nuestra Señora ha pedido tan seguido en sus apariciones.

Ofrecimiento Matutino: Al principio de cada nuevo día, debemos renovar nuestra consagración y ponernos en las manos de Nuestra Señora. Esto lo podemos hacer recitando la forma corta de Consagración:
Soy Vuestro y Todo lo que tengo es vuestro, Oh  Amorosísimo Jesús, por María, Vuestra Santísima Madre.

O en forma larga, podemos decir:

Oh Reina mía! Oh Madre mía! Me entrego enteramente a vos; y como muestra de mi filial afecto, os consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, oh Madre de bondad, guardadme y protegedme como cosa y posesión vuestra. Amén.


Misa diaria: Si del todo posible, debemos asistir diario al Sacrificio de la Misa, porque es allí, al pie del Altar, que recibiremos la plenitud del Amor de Dios por nosotros y es allí, al pie del Altar que recibiremos la más grande de todas las bendiciones. Como Hijos de María, debemos hacer todo lo posible por tomar nuestro lugar con nuestra Santísima Madre al pie de la Cruz, durante la Santa Misa, para dar gracias a Nuestro Señor por el Amor y Misericordia que nos muestra cada día.

Adoración Eucarística: Cuando venimos ante la presencia del Santísimo Sacramento reservado en el Tabernáculo y expuesto en la Custodia, venimos a la presencia del Dios vivo que "se deleita en estar con los hijos de los hombres." Nuestra Señora está presente con nosotros cuando tomamos el tiempo para adorar a su Hijo y pedir su bendición y gracia.



El Santo Rosario

Ninguna oración, aparte de la Santa Misa, es más agradable a la Santísima Madre de Dios y tan poderosa como el Santo Rosario. En toda aparición, la Santísima Virgen ha pedido que recemos el Rosario cuidadosa y atentamente por la paz en nuestro mundo y la conversión de los pecadores. Meditando sobre los Misterios del Santo Rosario, llegamos a conocer a Nuestro Señor y Nuestra Señora de una manera íntima y a entender la grandeza del poder de Dios y su Amor por nosotros. Sino podemos rezar el Rosario completo todos los días, debemos tener gran cuidado de ser fieles a nuestra Década diaria, la que ofrecemos junto con todos los miembros del Rosario Viviente por todo el mundo. Como Hijos de María, debemos de animar a todos con los que nos encontramos a ofrecer esta oración regularmente, especialmente en nuestros hogares.

                                                            

Trabajo, Diversión y Estudio: Todo lo que hacemos, puede convertirse en oración cuando es ofrecido a Dios como un acto de amor. Debemos ofrecer todas las acciones del día a María, y pedirle que las purifique y las ofrezca a su amado Hijo.

Mi querida Madre, actúa en mí, reza en mí, sufre en mí, habla en mí, obra en mí y conmigo por Jesús. Amén.



Examen de conciencia

Antes de terminar nuestro día, cada noche debemos darnos tiempo para examinar nuestros corazones y reflexionar sobre el día pasado. Debemos darle gracias a Dios por las gracias y gozo en los que nos ha permitido compartir, expresar nuestro dolor, por las veces que pecamos por nuestras acciones u omiciones. Tal acción nos mantiene honestos y ejercita nuestra conciencia. De esta manera podemos hacer un verdadero y mayor esfuerzo para evitar aquellos pecados a los que estamos más inclinados y pedirle a Nuestra Señora poder vencer nuestras faltas y flaquezas.

Como Hijos de María, debemos sacar ventaja de todos los dones y gracias que Nuestra Santísima Madre ha ofrecido al mundo. La Medalla Milagrosa que nos dió por medio de Santa Catalina Labouré, es la señal de nuestra Asosiación. Debemos vestir la Medalla con confianza y darlas a otros animándolos a confiar en el amor y cuidado de Nuestra Señora. Debemos también vestir el Escapulario Café y así mismo compartirlo con otros.

En todo lo que hacemos, debemos esforzarnos por vivir en y con y a través y de María, para que podamos vivir en y con y a través  por Nuestro Señor Jesucristo.

Oh Madre, renuncio a mí mismo; me pongo enteramente en vuestras manos. Dulce Corazón de María, sed la salvación del alma mía."

El acto de Consagración debe hacerse en estado de gracia y con firme resolución de vivir de acuerdo a sus palabras. Se puede hacer ante el Santísimo Sacramento, en el Primer Sábado del mes o en cualquier festividad de Nuestra Señora durante el año.

Al hacer el Acto, nos prometemos a hacer amar más a Nuestro Señor y Nuestra Señora; prometemos hacer "todo en nuestro poder" para hacer conocida y amada Nuestra Señora, crecer en virtud y esforzarnos por ser los santos que Dios nos creó a ser.

"Solo hay una tragedia- no ser santos." León Bloy

Tomado del Manual "Consagración de los Hijos de María"

No hay comentarios.:

Publicar un comentario