¡Oh Santísima Virgen María! Por
tu humilde cooperación en nuestra redención, has quebrantado la cabeza de la
antigua serpiente. Esta serpiente ha levantado otra vez su horrible cabeza,
fomentando apostasía y propagando herejías.
Nosotros, tus humildes siervos,
te imploramos vencer al enemigo de nuestras almas, y a destruir sus
herramientas de herejía y las falsas máximas del mundo. Nos consagramos a unir
nuestros pobres esfuerzos con los tuyos. Vestimos el uniforme de tu santo
Escapulario, tomamos el arma del santo Rosario, y nos unimos con la Santa
Iglesia de tu Divino Hijo, por la profesión de la Divina Fe Católica. Juramos
obediencia a Dios Todopoderoso y a la Santa Madre Iglesia, y nos unimos bajo tu
estandarte, oh Inmaculada Madre de Dios, seguros de la victoria.
Amén
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