Amado Señor,
ayúdame a esparcir
tu fragancia
donde quiera que
vaya.
Inunda mi alma de
espíritu y vida.
Penetra y posee
todo mi ser hasta tal punto,
que toda mi vida
solo sea una emanación de la tuya.
Brilla a través de
mí, y mora en mí de tal manera
que todas las
almas que entren en contacto conmigo
puedan sentir tu
presencia en mi alma.
Haz que me miren y
ya no me vean a mí
sino solamente a
ti, oh Señor.
Quédate conmigo y
entonces
comenzaré a
brillar como brillas Tú;
a brillar para
servir de luz a los demás a través de mí.
La luz, oh Señor,
irradiará toda de Ti; no de mí;
serás Tú quien
ilumine a los demás a través de mí.
Permíteme pues
alabarte de la manera que más te gusta,
brillando para
quienes me rodean.
Haz que predique
sin predicar,
no con palabras
sino con mi ejemplo,
por la fuerza
contagiosa, por la influencia de lo que hago,
por la evidente
plenitud del amor que te tiene mi corazón.
Amén.
Beata Madre Teresa de Calcuta
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