La siguiente es una solemne declaración del Santo Padre, el Papa Gregorio XVl, que fue escrita el 27 de enero de 1832:
"En el profundo dolor, miseria y tribulación de estos tiempos, hemos encontrado gran consuelo en la piadosa devoción a la Santa Virgen bajo el título del Rosario Viviente.
Una gran ventaja de esta devoción es que es sencilla y nos hace volvernos seguido para honrar a la Santa Madre de Dios, en todo lugar y en toda hora.
La unión de muchas almas elevadas juntas en oración crea una fuerza e inclina a Dios a tener clemencia hacia nosotros.
Por esta razón nosotros no titubeamos en dirigir esta práctica por nuestra autoridad Pontífica y darle crédito de las siguientes indulgencias, recordando siempre las grandes ventajas que han resultado para toda la Iglesia Católica debido a la fiel comunicación con, y a la imploración de la Santa Virgen por la práctica de la recitación del Rosario instituido en su honor.
Llevados por los mismos motivos y manteniendo las mismas esperanzas, nuestros sacerdotes se han comprometido a recibir la institución del Rosario Viviente y muchos de ellos lo han recomendado en sus diócesis como segundo solamente a los Sacramentos como medio para elevar la piedad de los fieles y atraer una abundancia de gracias y beneficios para todos."
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