Para mí la vida eres Tú.
Es respirar el viento
de tu Espíritu,
libre de cadenas y
autoengaños,
lleno de coraje y
evangelio.
Es saberme barro
acariciado por tu
mano creadora,
convertido en vasija
para contener
justicia, memorias y esperanza.
Es caminar a pie
desnudo,
y corazón vestido
de compasión y fuego.
Es convertirme en eco
de tu Palabra
acampada en la
historia.
Es llorar la
aflicción de tus hijos
y reír sus alegrías y
sus fiestas.
Es renacer tras las
pequeñas muertes
cotidianas que se nos
atraviesan.
Es perdonar; a mí, y
a otros,
siete veces, setenta,
cuanto haga falta.
Es encaramarme contigo,
a la cruz, para
vencer y resucitar.
(José María R.
Olaizola SJ)
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