¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, Madre
de los pobres pecadores! Que apareciendo en Fátima, dejaste transparentar en
vuestro rostro celestial una leve sombra de tristeza para indicar el dolor que
os causan los pecados de los hombres y que con maternal compasión exhortaste a
no afligir más a vuestro Hijo con la culpa y a reparar los pecados con la
mortificación y la penitencia. Dadnos la gracia de un sincero dolor de los
pecados cometidos y la resolución generosa de reparar con obras de penitencia y
mortificación todas las ofensas que se infieren a vuestro Divino Hijo y a
vuestro Corazón Inmaculado.
Oración final
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Segundo Día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, ¡Madre
de la divina gracia, que vestida de nívea blancura te apareciste a unos
pastorcitos sencillos e inocentes, enseñándonos así cuánto debemos amar y procurar
la inocencia del alma, y que pediste por medio de ellos la enmienda de las
costumbres y la santidad de una vida cristiana perfecta! Concédenos
misericordiosamente la gracia de saber apreciar la dignidad de nuestra
condición de cristianos y de llevar una vida en todo conforme a las promesas
bautismales.
Oración final
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Tercer día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es ofendido;
y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria
¡Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz! Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, vaso
insigne de devoción!, que te apareciste en Fátima teniendo pendiente de
vuestras manos el santo Rosario, y que insistentemente repetías: «Orad, orad
mucho», para alejar por medio de la oración los males que nos amenazan.
Concédenos el don y el espíritu de oración, la gracia de ser fieles en el
cumplimiento del gran precepto de orar, haciéndolo todos los días, para así
poder observar bien los santos mandamientos, vencer las tentaciones y llegar al
conocimiento y amor de Jesucristo en esta vida y a la unión feliz con Él en la
otra.
Oración final
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Cuarto día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
¡Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz! Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, Reina
de la Iglesia! Que exhortaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa,
e infundiste en sus almas sencillas una gran veneración y amor hacia él, como
Vicario de vuestro Hijo y su representante en la tierra. Infunde también a
nosotros el espíritu de veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano
Pontífice, de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un
gran amor y respeto a todos los ministros de la santa Iglesia, por medio de los
cuales participamos la vida de la gracia en los sacramentos.
Oración final:
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Quinto día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, salud
de los enfermos y consoladora de los afligidos! Que movida por el ruego de los
pastorcitos, obraste ya curaciones en vuestras apariciones en Fátima, y habéis
convertido este lugar, santificado por vuestra presencia, en oficina de
vuestras misericordias maternales en favor de todos los afligidos. A vuestro
Corazón maternal acudimos llenos de filial confianza, mostrando las
enfermedades de nuestras almas y las aflicciones y dolencias todas de nuestra vida.
Echad sobre ellas una mirada de compasión y remediadlas con la ternura de
vuestras manos, para que así podamos serviros y amaros con todo nuestro corazón
y con todo nuestro ser.
Oración final:
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Sexto día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María,
refugio de los pecadores! Que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar
incesantemente al Señor para que esos desgraciados no caigan en las penas
eternas del infierno, y que manifestaste a uno de los tres que los pecados de
la carne son los que más almas arrastran a aquellas terribles llamas. Infundid
en nuestras almas un gran horror al pecado y el temor santo de la justicia
divina, y al mismo tiempo despertad en ellas la compasión por la suerte de los
pobres pecadores y un santo celo para trabajar con nuestras oraciones, ejemplos
y palabras por su conversión.
Oración final:
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos
el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
Séptimo día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, Reina
del purgatorio!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar a Dios por
las almas del purgatorio, especialmente por las más abandonadas. Encomendamos a
la inagotable ternura de vuestro maternal Corazón todas las almas que padecen
en aquel lugar de purificación, en particular las de todos nuestros allegados y
familiares y las más abandonadas y necesitadas; alíviales sus penas y llévalas
pronto a la región de la luz y de la paz, para cantar allí perpetuamente
vuestras misericordias.
Oración final
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Octavo día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María! Que
en vuestra última aparición te diste a conocer como la Reina del Santísimo
Rosario, y en todas ellas recomendaste el rezo de esta devoción como el remedio
más seguro y eficaz para todos los males y calamidades que nos afligen, tanto
del alma como del cuerpo, así públicas como privadas. Infundid en nuestras
almas una profunda estima de los misterios de nuestra Redención que se
conmemoran en el rezo del Rosario, para así vivir siempre de sus frutos.
Concédenos la gracia de ser siempre fieles a la práctica de rezarlo diariamente
para honraros a Vos, acompañando vuestros gozos, dolores y glorias, y así
merecer vuestra maternal protección y asistencia en todos los momentos de la
vida, pero especialmente en la hora de la muerte.
Oración final:
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Noveno día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir
fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta novena, si ha de
ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así
sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, Madre
nuestra dulcísima! Que escogiste a los pastorcitos de Fátima para mostrar al
mundo las ternuras de vuestro Corazón misericordioso, y les propusiste la
devoción al mismo como el medio con el cual Dios quiere dar la paz al mundo,
como el camino para llevar las almas a Dios, y como una prenda suprema de
salvación. Haced, ¡Oh Corazón de la más tierna de las madres! Que sepamos
comprender vuestro mensaje de amor y de misericordia, que lo abracemos con
filial adhesión y que lo practiquemos siempre con fervor; y así sea vuestro
Corazón nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos conduzca al amor
y a la unión con vuestro Hijo Jesús.
Oración final:
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