María, Virgen de los Pobres, Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es Dios, nuestro Padre, que te ha enviado nosotros.
Lo que tú has sido siempre para nosotros lo sigues siendo y
lo serás siempre para aquellos que, como nosotros y aún mejor que nosotros, te
ofrecen su fe y su oración.
Tú serás para nosotros lo que has revelado en Banneux: La
Mediadora de todas las gracias, la Madre del Salvador, Madre de Dios, la Madre
compasiva y poderosa que ama a los pobres y a todos los hombres, que alivia el
sufrimiento, que salva a los individuos y a las sociedades, la Reina y la Madre
de todas las naciones, que ha venido a nosotros para conducir a los que se
dejan guiar por ti hacia Jesús verdadera y única Fuente de la vida eterna.
Monseñor L. J. Kerkhofs, + Obispo de Lieja
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