Beato Carlos Manuel Rodríguez
Carlos Manuel Rodríguez nació en Caguas, Puerto Rico, el 22 de noviembre de 1918, hijo de Manuel Baudilio Rodríguez y Herminia Santiago, ambos de familias numerosas, sencillas y de gran arraigo cristiano. Fue bautizado en la Iglesia Dulce Nombre de Jesús en Caguas el 4 de mayo de 1919. Fue el segundo de cinco hermanos: dos hermanas se casaron, otra es religiosa Carmelita de Vedruna y su único hermano es sacerdote benedictino y Primer Abad puertorriqueño.
Cuando ‘Chali’ tenía seis años, un voraz incendio consumió la modesta tienda del papá y la vivienda de su familia. Como resultado, perdieron todo y se vieron precisados a mudarse a casa de los abuelos maternos. Aquí, Carlos Manuel vino en estrecho contacto con su abuela Alejandrina Esterás, una “santa mujer” al decir de quienes la conocieron.
Manuel Baudilio, el padre, sufrió con resignación, sin perder su fe esta perdida y tras una larga enfermedad, murió en 1940. Doña Herminia, al no estar en su casa propia se impuso a sí y a sus hijos un celoso respeto y hasta cohibición, de quien está en casa ajena. Esto influyó en el carácter reservado y tímido de sus hijos. Pero Herminia tenía la virtud de la serena alegría iluminada por la fe dada su familiaridad con el Señor en la Eucaristía diaria.
Es así como las primeras lecciones en la fe católica y las vivencias de esa fe las recibe y experimenta Carlos desde muy temprano en el seno de su propia familia. A los seis años comenzó su vida escolar en el Colegio Católico de Caguas, en donde permaneció hasta octavo grado.
Allí conoció a las Hermanas de Notre Dame y cultivó una especial amistad con ellas durante toda su vida. Bajo la tutela de éstas y de los Padres Redentoristas, desarrolla su primera educación formal, humanística y religiosa; recibe a Cristo por vez primera en la Sagrada Eucaristía que marcaría un amor para siempre; se hace monaguillo y posiblemente siente el llamado inicial a una vida de entrega total a Cristo. Como monaguillo, empieza a degustar las riquezas de la fe a través de la sagrada liturgia de la Iglesia.
Se gradúa de octavo grado en 1932, siendo el primer honor de su clase y obteniendo la medalla de religión. Pasa entonces a cursar estudios en la escuela superior pública Gautier Benítez en Caguas. Durante el segundo semestre de ese curso escolar empieza a notar los primeros síntomas de una enfermedad que sugería un trastorno gastrointestinal: colitis ulcerosa. Este habría de causarle muchísimos inconvenientes por el resto de su vida, y se iría agravando paulatinamente. Ello jamás llegó a doblegar su espíritu de entrega a Cristo y a Su Iglesia.
Más tarde, renueva su contacto con las Hermanas de Notre Dame y los Padres Redentoristas, esta vez en la Academia Perpetuo Socorro en el sector Miramar de San Juan, donde cursa su tercer año de Escuela Superior (1934-35), pero su salud le impide continuar. Vuelve a Caguas, trabaja por algún tiempo y por fin termina ambos cursos, el comercial y el científico, en su cuarto año en la Gautier Benítez en 1939.
Se desempeña como oficinista hasta 1946, cuando decide iniciar estudios hacia un bachillerato en la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras, y logra completar un año. En 1947, a pesar de haber aprobado con excelentes calificaciones todas las materias y pese a su amor por los estudios, una vez más su salud le impide estudiar formalmente: esta vez, de manera definitiva. Sin embargo los estudios jamás terminaron para ‘Charlie’, como ya empezaban a llamarlo sus amigos en la UPR. Él era un lector voraz. Todo le interesaba: las artes, las ciencias, filosofía, religión, música... De hecho, tomó clases de piano tan sólo un año, pero su interés le llevó a continuar por sí solo, hasta tocar no sólo el piano, sino además, el órgano de la Iglesia... ¡La música sacra que tanto aprendió a amar!
Otro de sus grandes amores era la Naturaleza. Desde niño acostumbraba pasar las vacaciones de verano en el campo. Solía ir con hermanos y primos de pasadía, al río o a la playa. Ya de adulto organizaba junto a sus hermanos, caminatas de un día al campo; ligero de equipaje, frugal el alimento, pero abundante el deseo de comulgar con la creación entera.
Carlos Manuel trabajó como oficinista en Caguas, Gurabo y en la Estación Experimental Agrícola, adscrita a la UPR de Río Piedras, donde además traducía documentos. Empleaba casi todo su modesto salario en promover el conocimiento y el amor a Cristo, especialmente a través de la Sagrada Liturgia. Por eso, se afanaba en traducir artículos que leía sobre la materia y que él editaba para nutrir dos publicaciones a manera de folletos mimeografiados, Liturgia y Cultura Cristiana, tarea a la que dedicaba incontables horas de trabajo.
Cada vez más convencido de que la liturgia es la vida de la Iglesia (a través de la oración, la Proclamación de la Palabra, la Eucaristía y los misterios de Cristo o sacramentos), organiza en Caguas un “Círculo de Liturgia” junto al P.McWilliams y luego, en 1948, funda junto al P. McGlone el coro parroquial Te Deum Laudamus.
En Río Piedras, donde sus hermanos Pepe y Haydée eran ya profesores de la UPR, Carlos realiza su ardiente deseo de dar a conocer a Cristo entre profesores y estudiantes de ese centro docente. Al ampliarse el grupo de sus “discípulos” se mueve con ellos al Centro Universitario Católico, organiza otro Círculo de Liturgia (más tarde llamado Círculo de Cultura Cristiana). Continúa con sus publicaciones y organiza y da forma a sus célebres “Días de Vida Cristiana” junto con los universitarios a quienes desea que entiendan y gocen los tiempos litúrgicos. Participa en paneles sobre diversos temas, siendo él el portaestandarte de la vida litúrgica y el sentido pascual de la vida y la muerte en Cristo. Organizó grupos de discusión en varios pueblos y participó en la Cofradía de la Doctrina Cristiana. Otras organizaciones católicas en las cuales participó fueron la Sociedad del Santo Nombre y los Caballeros de Colón. Impartió catequesis a jóvenes de escuela superior, aportando él todo el material que mimeografiaba sin descanso para suplir las limitaciones económicas de sus jóvenes alumnos. Defendió y promovió con fervor extraordinario entre obispos, clero y seglares, la renovación litúrgica de la Iglesia a través de la participación activa de los fieles, el uso del vernáculo y, muy especialmente de la observancia de la Vigilia Pascual, felizmente restaurada por SS Pío XII, para regocijo de Charlie. Todo ello, antes del Concilio Vaticano II, de ahí que se le llame apóstol pre-conciliar de lo que vino a ser Sacrosanctum concillium.
Muchos testimonian su desarrollo vital de la fe gracias a la formación que le impartió Carlos Manuel unido a su modelo de entrega y servicio. Varios otros agradecen a su ardiente celo por Cristo el haber despertado en ellos su vocación religiosa. Quienes lo buscaban para aclarar sus dudas o conseguir el fortale cimiento de su fe, no quedaban defraudados. Acercarse a Carlos Manuel era como allegarse a una luz que va iluminando cada vez más la perspectiva y el sentido de la vida a medida que se le conocía mejor. La alegría cierta de la Pascua traslucía siempre en su mirada y en su sonrisa y una notable fortaleza espiritual trascendía su frágil figura. La firme convicción de su fe vencía su natural timidez y hablaba con la seguridad de Pedro en Pentecostés. A pesar de su salud quebrantada por tantos años, ninguna queja nubló la alegría con que enfrentaba la vida y nos recordaba que el cristiano ha de ser alegre porque vive la alegría y la esperanza que Cristo nos regaló con Su Pascua: VIVIMOS PARA ESA NOCHE.
Sus fuerzas físicas decaían, pero jamás su espíritu se doblegó. Vivía cada momento superando calladamente su dolor con el gozo profundo de quien se sabía resucitado. Minada finalmente su salud por la enfermedad que se diagnosticó como un cáncer terminal del recto, tras una larga operación en marzo de 1963, padeció “la noche oscura de la fe” pensándose abandonado de Dios. Antes de morir, re-encontró con emoción la Palabra que estuvo perdida, la que le había dado sentido a su vida. Su paso a la vida eterna fue el 13 de julio de 1963. Tenía 44 años. “El 13 es buen día” – había dicho antes, sin que tuviésemos noción de lo que ello significaba. Ahora sabemos.
El Proceso de Carlos fue meteórico: Iniciado en 1992, su positio sobre virtudes heroicas llevó a que se le declarase Venerable el 7 de julio de 1997. El milagro, para su beatificación (curación de un linfoma maligno no-Hodgkins en 1981) fue aprobado por SS Juan Pablo II el 20 de diciembre de 1999: ¡En tiempo récord (tan solo ocho años) y por actores laicos!
Fuente bibliográfica: Página de internet oficial de La Santa Sede.
Oración para la pronta canonización:
Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo: Tú iluminaste a tu humilde Siervo el Beato Carlos Manuel para entender y vivir el Misterio de la Pascua, fuente de Vida Litúrgica, que se manifiesta en el servicio al prójimo, especialmente de los humildes y necesitados, haz que su compromiso con la Iglesia y con el retorno del pueblo a los valores eternos, fundados en una sólida espiritualidad Cristocéntrica y pascual, redunden en su pronta canonización. Por eso te suplicamos que nos concedas el favor que te pedimos (pedir gracia deseada), mediante la intercesión de tu Siervo, si es ésa tu voluntad.
Madre M. Dominga Guzmán Florit, OP. SIERVA DE DIOS
Corría el año 1897 cuando en la Calle Robles en Río Piedras nació Belén Guzmán Florit. Nadie, excepto sus padres y familiares, se enteran y regocijan con el nacimiento de aquella niña, que Dios en su Providencia tenía señalada para abrir surcos hacia una nueva evangelización en bien de la familia. Todavía la Isla estaba bajo el dominio español, pero muy pronto pasó al dominio norteamericano, cuando éstos en el 1898 invadieron la Isla entrando por la Bahía de Guánica.
Cerca de allí se yergue un viejo edificio construido hace como doscientos años por Don Manuel Quiñones, jefe de una distinguida familia puertorriqueña. Está ubicado en el sector Santa Rita, que era parte de la Hacienda Desideria, el centro de una gran extensión de tierras y plantación de caña, cerrados por unas murallas de cal y ladrillo, que aún ostentan huellas de escaramuzas que allí se libraron entre españoles y americanos.
Para el tiempo de la guerra Hispanoamericana pasó a ser propiedad de una familia corsa, los Mariani. Fue ocupada por las tropas americanas al mando del Coronel Puig, parapetándose las tropas en el largo edificio de piedras y ladrillos de un solo piso, que entonces se llamaba Corralón al Sur del Batey.
Era dedicado anteriormente a vivienda de esclavos, y más tarde de los peones y trabajadores del molino de caña. Al retirarse las tropas españolas, fue ocupada por las tropas americanas. De allí partieron las tropas americanas en dos columnas, una hacia Yauco y otra hacia Sabana Grande.
En esta casa se hospedaron el General A. Garreston y el General Guy B. Henry. Por tres días se enarbolaron en ella tres banderas de naciones distintas: la española, la francesa y la americana. En 1901 pasó a ser propiedad de la Guánica Central y fue utilizada como oficina para reuniones de sus administradores.
En 1949, Belén convertida ahora en Sister Dominga, recibe un llamado especial de Dios, para empezar una obra de amor en bien de la familia. La Capilla de La Milagrosa en el sector Trocha de Yauco, transformada en conventito resulta muy pequeña para las solicitudes que van llegando. Ha visto varios edificios, que le han sido ofrecidos por el Señor Obispo de la Diócesis, Mons. Jaime McManus, pero ninguno reúne las condiciones necesarias para la formación de las jóvenes que van ingresando.
En el año 1952, Rosa María y Lucía Martínez, bienhechoras desde e comienzo de la Fundación, invitan a Sister Dominga para ir a conocer a Doña Inés Revoira, quien vive en la Hacienda Santa Rita. Al acercarse a la casa Sister Dominga ve un portón grande y dentro se vislumbra un bello jardín. El corazón le dijo inmediatamente que ése era el lugar que ella buscaba. Un jardín amplio, unos árboles majestuosos, caminos circundados por bellas flores azules de las isabelinas, los pajaritos cantando... Así, este es el sitio que Dios tiene para esta obra. En el 1953, fue cedida temporalmente a las Hermanas Dominicas de Fátima y luego vendida en 1962. Continúa este antiguo edificio encerrando en sus paredes mucha historia, pero ahora de una forma más espiritual al convertirse en la Casa Madre del primer Instituto puertorriqueño aprobado por la Santa Sede: HERMANAS DOMINICAS DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE FÁTIMA
Fundadora Hermanas Dominicas de Fátima
Fue Madre Dominga Guzmán Florit, fundadora de la Congregación de las Hermanas Dominicas de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, la que concibió como un sueño personal el "ver una imagen del Sagrado Corazón de Jesús con los brazos abiertos bendiciendo a todos los que pasen por la carretera" y construir un Santuario en honor a Nuestra Señora del Rosario de Fátima donde acudiesen los peregrinos en busca de todo lo que un alma anhela para ser libre y feliz. Este sueño fue producto de su visita al Santuario de Nuestra Señora de Fátima en Portugal, donde pudo apreciar de cerca cómo acudían los peregrinos haciendo sacrificios y en profunda oración en busca de las gracias del santuario y que no se iban "con las manos vacías...".
Para ello encarga a Sor Celeste Ortiz, OP. Citamos: ..."Yo le dije a Sor Celeste: Sor Celeste, tengo este sueño dorado que espero ver realizado antes de morir. Desde que fui al Santuario de Fátima en Portugal me traje en el corazón aquella capillita de las apariciones tan pequeña y tan blanca. Allí estuve rezando frente a la imagen de Nuestra Señora de Fátima, no sé cuanto tiempo. Siempre he deseado tener una capilla dedicada a la Virgen de Fátima. Aquí tengo ramita de encina y piedrecitas que guardo desde ese día que visité el santuario. Mira a ver qué puedes hacer para que pronto tengamos aquí un santuario de Nuestra Señora de Fátima."
Sor Celeste, a pesar de sus dudas en cuanto a su capacidad para reunir fondos, aceptó humildemente la encomienda.
Otros datos más específicos de la Congregación y de Madre Dominga pueden ser encontrados en la página de Internet.
Oración
¡Oh Señor y Dios nuestro!
¡Oh Señor y Dios nuestro, que llamaste a Madre Dominga a quien adornaste de un ardiente amor a Jesucristo y a la Santísima Virgen a través de la Eucaristía y el rezo y contemplación de los misterios del Rosario, a fundamentar la vida familiar en Cristo y a servir al prójimo. Mediante el estudio de su vida e imitación de su ejemplo, te pedimos nos concedas la gracia que suplicamos para honra y gloria de tu nombre, Amén.
(Indicar la gracia que se desea alcanzar)
(Rezar tres Ave María o algún misterio del Rosario)
Si alcanza algún favor, escriba a:
Causa Madre Dominga
PO Box 62
Yauco, P.R. 00698-0062
La Madre Soledad Sanjurjo Santos
Vicario General y de Pastoral de Arecibo
La Madre Soledad Sanjurjo Santos nació en Arecibo, PuertoRico, el 15 de noviembre de 1892. Sus padres fueron José Sanjurjo González, jefe de telegrafistas y en servicio militar, y María de la Palma Santos del Toro, ama de casa. El 3 de abril de 1893, la niña fue bautizada en la Catedral San Felipe con el nombre de María Consuelo. El 4 de agosto de 1909, la señorita María Consuelo Sanjurjo Santos fue aceptada como postulante en las Siervas de María. Viajó a Madrid porque las Siervas de María no tenían en Puerto Rico casas para la formación. El 17 de diciembre de 1913, María Consuelo fue destinada a la ciudad cubana de Manzanillo, y luego pasó a Santiago de Cuba, en donde pronunció sus votos perpetuos el 30 de abril de 1921.
El itinerario apostólico de Madre Soledad Sanjurjo Santos,S. M. es bien amplio. Desde octubre de 1921 hasta 1925 vive en La Habana, en donde se desempeña como Procuradora General. Durante diez años (1929-1939), es la Secretaria y Consiliaria de la Congregación. En 1939 es nombrada Superiora de la casa de Matanzas. En noviembre de 1943 llegó a Manzanillo como Superiora. En 1947 llegó a San Juan de Puerto Rico como Superiora, y el 20 de julio de 1950 es nombrada Superiora Provincial de las Antillas y se traslada a La Habana, donde estaba la sede. Fue reelecta en 1954 y cesó en 1959, año en que pasó a Puerto Rico como Superiora. Cuando se trasladó la sede de la Casa Provincial de las Siervas de María de las Antillas de La Habana a Puerto Rico, en 1962, debido a la situación adversa imperante en Cuba, la Madre Soledad Sanjurjo fué electa Madre Provincial hasta junio de 1966.
Madre Soledad Sanjurjo vivió y sirvió en Cuba un total de 40 años. Sus últimos años los vivió en servicio humilde y sencillo: con una observancia ejemplar, cosiendo la ropa de las hermanas, asistiendo a los enfermos de la casa y orando en la capilla. Es un tesoro de virtudes, modelo de edificación para la comunidad y de entrega a la voluntad de Dios. Murió en San Juan el 23 de abril de 1973, dejando una estela de virtudes y testimonios elocuentes.
La causa para la beatificación de la Madre Soledad Sanjurjo Santos, S. M., ha sido presentada. La Santa Sede ha otorgado el nihil obstat, o sea, su permiso, porque cuenta con la respuesta favorable de los obispos de las Antillas, y no existe, hasta ahora, nada que lo impida. El 24 de febrero de 2004 se realizó la sesión oficial de apertura de la causa en la Catedral de San Juan, Puerto Rico. Han comenzado a llegar cartas con testimonios.
Todas aquellas personas que deseen más información, o que tengan alguna experiencia o testimonio que ofrecer, pueden comunicarse con:
Sor Dolores Rodríguez Cotton, S. M.,
Vicepostuladora de la Causa,
HC 2 Box 12960
Bo. Navarro Gurabo,
Puerto Rico;
Llamar al teléfono. (787) 747-2242; FAX (787)286-9078; correo electrónico: smcuriaprant(a)icepr.com.
ORACIÓN PARA PEDIR LA PRONTA GLORIFICACION DE LA SIERVA DE DIOS
Padre lleno de bondad que en Madre Soledad Sanjurjo nos diste a conocer la riqueza de gracia que encierra “una vida escondida con Cristo en Dios”. Concédenos esa fe inquebrantable que llenó y transformó su existencia para que como ella sepamos descubrir tu presencia en nuestras vidas y nos consagremos en tu nombre al servicio de los hermanos, especialmente los más necesitados. Te pedimos que glorifiques a tu fiel Sierva y nos concedas la gracia que a su intercesión hoy confiamos (hacer la petición), para tu mayor gloria y edificación de la Iglesia. Amen.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria
De conformidad con los decretos del Papa Urbano VIII, declaramos que en nada se pretende prevenir el juicio de la autoridad eclesiástica y que esta oración no tiene finalidad alguna de culto público.
Cum Licentia Eccl.
Siervo de Dios, el Maestro Rafael Cordero
Si una virtud caracterizó la vida del Siervo de Dios, el Maestro Rafael Cordero, fue la humildad. Nos lo confirman los testigos contemporáneos y discípulos.
Según Manuel Cuevas Banecer, él mismo decía: “Yo no soy maestro, porque tampoco soy hombre de letras: no merezco el título honrosísimo que le damos a nuestro adorable Redentor” (Vida y obra del Maestro Rafael, p. 138.)
Ello refleja que el Maestro Rafael sabía muy bien quién era y no pretendía que le honraran con ese título con el que siempre lo llamaron, “maestro”, porque era el del Señor, “del adorable Redentor”, como le invocaba él. Y describió, simple y sencillamente, que se limitaba a enseñar la ley divina y las buenas costumbres, etc.
Lorenzo Puente Acosta, discípulo-biógrafo, señalaba que “era tal la humildad del Maestro Rafael, que para pintar la reducida esfera en que giraba el programa de su enseñanza, decía: "Yo tumbo el árbol, mi mano callosa lo labra; pero confío a otra más hábil la hermosura y el brillo de su barniz". Y añadía: Puente Acosta: “He aquí en pocas palabras la síntesis de su humanidad, unificado el mérito con la virtud, la gloria con la modestia.
¡58 años de enseñanza gratuita forman la mejor apoteosis de nuestro Maestro! El no aspiraba al laurel del hombre sabio, ni usaba el disfraz del mendigo: nunca pidió al Gobierno una subvención por sus méritos. Su corazón era muy puro y jamás el interés pudo entrar en sus nobles propósitos”(Op. cit. p. 23).
José A. Daubón nos lo describe así (Op. cit. p. 133): “La tez negra, bronceada, la mirada triste y profunda, la barba blanca. Un pañuelo de Madrás de colores envolvía aquella venerable cabeza como el turbante de un Cadí. Hablaba poco y muy despacio. Al contemplarle, inspiraba respeto su semblante sereno y humilde, y sin esfuerzo alguno se ganaba el aprecio de los buenos corazones".
Salvador Brau, clausurando el Homenajeado al Maestro Rafael (1891), decía: “Un día llega a manos de Cordero el título de Maestro incompleto que le concede el Gobierno, con la asignación de quince pesos mensuales. Ya es funcionario municipal, después de haberlo sido voluntariamente y gratuito durante cincuenta y cinco años. El cambio no le altera; acepta la asignación, merced a las reflexiones de los amigos que le recuerdan su ancianidad; pero mantiene inalterables sus hábitos, sin modificar siquiera la sencilla vestimenta, sólo engalanada con la chaqueta de menestral al asistir al templo, admitiendo entonces, como testimonio de religioso respeto, lo que, como prenda innecesaria, rechazaba en los demás actos de la vida común (Elogio póstumo, p. 5).
Federico Asenjo indicó la fuente de dónde brotaba la humilde entrega del Maestro Rafael (Vida y obra, p. 120): "La doctrina que Jesucristo nos legó es la única que puede formar y desarrollar esos sentimientos. Con ellos, los pobres de bienes serán ricos de espíritu y encontrarán, como el maestro Rafael, los medios de contribuir a la regeneración social, por poco que parezca que puedan dar. El óvolo de la viuda pobre será siempre más meritorio que la rica ofrenda del poderoso. Y los pueblos, por indiferentes que se los suponga, concluyen siempre por rendir el tributo de su admiración a la virtud; y saben estimar, en todo lo que valen, la honradez, la laboriosidad, la abnegación y todas las demás cualidades que, desgraciadamente para la humanidad son hasta ahora el patrimonio únicamente de los menos. El Maestro Rafael es una prueba fehaciente de lo que acabo de exponer. Fue levantado por sus contemporáneos a la altura que supo elevarse; y lo mantienen en ella las generaciones que le han sucedido, a pesar del tiempo transcurrido desde su muerte".
¡Qué su humildad y sencillez nos ayuden a levantar nuestro país!
Escrito Por: + Oscar Rivera, OSB
Oración
Señor y Dios nuestro, Tú que infundiste en tu Siervo, el Maestro Rafael, laico puertorriqueño, un ardiente celo por la educación integral de la niñez y una luminosa caridad para con los pobres y con los desamparados, haz que yo sepa también responder con generosidad de servicio a las necesidades de los que me rodean; te pedimos, si es tu voluntad, que nos concedas la gracia (solicite favor), de manera que tu siervo sea elevado a los altares. Rezar un Padre Nuestro, un Ave María y Gloria
(Con licencia eclesiástica)
Hermano Vitorino Arnaud FSC
Nació en Onzillon, Francia, el 17 de septiembre de 1885. Había ingresado hacía poco tiempo en la Congregación de los Hermanos cuando, por motivo de la persecución religiosa al inicio del siglo XX en Francia, fue obligado al exilio.
Cuba fue su patria de elección y allá se quedó del 1905 al 1961, cuando otra persecución le obligó a un segundo y más amargo exilio. En Cuba se adaptó de manera maravillosa, encontrando entusiasta acogida a sus numerosas iniciativas apostólicas.
Fue en efecto el fundador de:
- La Asociación La Salle en 1919;
- La Federación de la Juventud Católica Cubana, masculina y femenina;
- El Hogar Católico Universitario en 1946;
- El Movimiento Familiar Católico en 1953.
De 1961 hasta su muerte, 6 años después, reorganizó entre los exiliados cubanos de New York, de Miami y de Puerto Rico varias Asociaciones. Fue en San Juan de Puerto Rico donde murió el 16 de abril de 1966. De todos esos y de otros permanece aún la santidad diaria; esto es, el haber transformado una existencia sencilla, ligada al lugar y a la simple repetición de gestos y acciones ordinarias, en una donación continúa de sí mismos a Dios y a los demás. "La santidad no consiste en las cosas extraordinarias sino en las cosas comunes hechas de manera no común": éstas son las palabras autorizadas con las que Pío XI, como ya lo hemos recordado, ensalzó en grado heroico el "terrible cotidiano".
El 8 de Septiembre del 2000, día dedicado a la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Caridad, Mons. Roberto González Nieves, OFM, procedió a realizar la apertura oficial del proceso de beatificación de este hermano lasallista.
Oración
Que se puede rezar en forma de novena para solicitar favores por intercesión del Siervo de Dios Hno. Victorino gran apóstol de la Escuela y de la Juventud.
Señor Dios, que has prometido ensalzar a los humildes y que brillaran como estrellas en perpetuas eternidades los que ensenaren a muchos la justicia, dígnate glorificar a tu siervo Hno. Victorino Trabajador incansable en la parcela de la niñez y de la juventud, haciendo que su nombre resplandezca entre tus santos.
Multiplíquense tus gracias Señor, en favor de los fieles que te las piden haciéndote presente las virtudes que el practico en la tierra y concedednos que algún día veamos a tu Santa Iglesia honrar su memoria y ofrecernos en el, un nuevo modelo que imitar y un nuevo protector que nos asista desde el cielo en los trabajos y aflicciones de esta vida ayudándonos a conseguir la bienaventuranza eterna.
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria
(Con las debidas licencias - Uso Privado)
Se agradece mucho comunicaran los favores obtenidos al:
Hno. Vice-Postulador de la Causa del Hno. Victorino
Hno. Wilfredo Pérez
P.O. Box 518,
Bayamón, P.R. 00960
Bayamón, P.R. 00960
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