¡Oh
augusta Reina de los cielos y Señora de los ángeles! Pues habéis recibido de
Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de la serpiente infernal;
dignaos escuchar benigna las súplicas que humildemente os dirigimos; enviad las
santas legiones para que, bajo vuestras órdenes, combatan a los demonios, donde
quiera repriman su audacia y los persigan hasta precipitarlos al abismo. ¿Quién
como Dios?
Santos ángeles y arcángeles, defendednos y guardadnos. ¡Oh
buena y tierna madre! vos seréis siempre nuestro amor y nuestra esperanza. ¡Oh
divina madre! Enviad los santos ángeles para defendernos y rechazar lejos al
demonio, nuestro mortal enemigo.
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