Consagración al
Sagrado Corazón de Jesús
Señor Jesucristo, Redentor del
género humano, nos dirigimos a tu Sacratísimo Corazón con humildad y confianza,
con reverencia y esperanza, con profundo deseo de darte gloria, honor y
alabanza. Señor Jesucristo, Salvador del mundo, te damos las gracias por
todo lo que eres y todo lo que haces. Señor Jesucristo, Hijo de Dios Vivo, te alabamos por
el amor que has revelado a través de Tu Sagrado Corazón, que fue traspasado por
nosotros y ha llegado a ser fuente de nuestra alegría, manantial de nuestra
vida eterna. Reunidos juntos en Tu nombre, que está por encima de todo nombre,
nos consagramos a tu Sacratísimo Corazón, en el cual habita la plenitud de
la verdad y la caridad.
Al consagrarnos a Ti, los fieles (persona o de lugar)
renovamos nuestro deseo de corresponder con amor a la rica efusión de tu
misericordioso y pleno amor. Señor Jesucristo, Rey de Amor y Príncipe de la Paz,
reina en nuestros corazones y en nuestros hogares.
Vence todos los poderes del maligno y llévanos a participar en la
victoria de tu Sagrado Corazón. ¡Que todos proclamemos y demos
gloria a Ti, al Padre y al Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los
siglos de los siglos! Amén
Consagración al
Doloroso e Inmaculado Corazón de María
¡Oh Corazón Inmaculado de María, por tu perfecta comunión de amor con el Corazón de Jesús, eres la escuela viviente de total consagración y dedicación a Su Corazón! En tu Corazón, Oh Madre, queremos vivir para aprender a amar, sin divisiones, al Corazón de Jesús; a obedecerle con diligencia y exactitud; servirle con generosidad y a cooperar activa y responsablemente en los designios de Su Corazón. Deseamos consagrarnos totalmente a tu Doloroso e Inmaculado Corazón que es el camino perfecto y seguro para llegar al Corazón de Jesús.
Tu Corazón, es también refugio seguro de gracia y santidad, donde nos vamos liberando y sanando de todas nuestras oscuridades y miserias. Deseamos pertenecer a tu Corazón, Oh Virgen Santísima, sin reservas y en total disponibilidad de amor a la voluntad de Dios, que se nos manifestará a través de tu mediación maternal.
En virtud de esta
consagración, Oh Inmaculado Corazón, te pedimos que nos guardes y protejas de
todo peligro espiritual y físico. Qué nuestros corazones ardan con el fuego del
Espíritu como arde tu Corazón. Qué unidos a ti, que eres la portadora por
excelencia de Cristo para el mundo, y ungidos por el poder del Espíritu Santo,
seamos instrumentos para la Gloria de Dios y la salvación de las almas. Amén
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