domingo, 22 de diciembre de 2013

Binaventuranzas de Adviento



Felices quienes siguen confiando, a pesar de las muchas circunstancias adversas de la vida.

Felices quienes tratan de allanar todos los senderos: odios, marginaciones, discordias, enfrentamientos, injusticias.

Felices quienes bajan de sus cielos particulares para ofrecer esperanza y anticipar el futuro, con una sonrisa en los labios y con mucha ternura en el corazón.

Felices quienes aguardan, contemplan, escuchan, están pendientes de recibir una señal, y cuando llega el momento decisivo, dicen: sí, quiero, adelante, sea, en marcha...

Felices quienes denuncian y anuncian con su propia vida y no sólo con meras palabras.

Felices quienes rellenan los baches, abren caminos, abajan las cimas, para que la existencia sea para todos más humana.

Felices quienes acarician la rosa, acercan la primavera, regalan su amistad y reparten ilusión a manos llenas con su ejemplo y sus obras.

Felices quienes cantan al levantarse, quienes proclaman que siempre hay un camino abierto a la esperanza, diciendo: "No tengáis miedo, estad alegres. Dios es como una madre, como un padre bueno que no castiga nunca, sino que nos acompaña y nos alienta, pues únicamente desea nuestra alegría y nuestra felicidad".

Felices quienes mueren cada día al pecado del egoísmo y renacen a una vida nueva. Quienes estén persuadidos de que el odio, la guerra, la maldad y la sinrazón jamás podrán vencer a las fuerzas de la vida.

Felices quienes saben descubrir entre las realidades de la muerte del mundo de hoy signos de vida y esperanza.

Felices quienes alcanzan la convicción, desde su compromiso vital, de que tras las derrotas cotidianas está latiendo la victoria de la vida.

Felices quienes riegan gotas de vida, quienes siembran semillas de vida, quienes alientan deseos de una vida en plenitud.

Felices quienes han logrado percibir, detrás de la muerte de millones de inocentes, el dolor, la rebeldía, la audacia, la llamada a una entrega absoluta por la vida.

Felices quienes han transformado su existencia por los testimonios de los que han derramado su sangre por la vida de otros seres humanos.

Felices quienes creen en el Dios de la vida. Y quienes creen en una nueva humanidad que pueda ser feliz y disfrutar de la vida. Unos y otros, juntos, lograrán que triunfe la pasión por la vida, otra tierra más llena de vida.

Felices quienes descubren paso a paso en su vida que la última palabra no la tiene la muerte, sino la resurrección”

Felices quienes ofrecen cada mañana una sonrisa a la primera persona que se cruza en su camino.

Felices quienes derrochan sonrisas, pues sólo este exceso podrá vencer la distancia, los muros y las apariencias.

Felices quienes han descubierto que una sonrisa no cuesta prácticamente nada y en cambio produce frutos imprevisibles.

Felices quienes después de vivir unos malos momentos renueva el ánimo con la sonrisa y la cercanía del amigo.

Felices quienes no piensan en el valor del mercado por cada sonrisa que ofrecen, sino que las reparte a quien la necesita y reconoce su utilidad en el momento que la regala.

Felices quienes se han dado cuenta que una sonrisa es un bálsamo que produce milagros y está indicada contra la tristeza, la apatía, la desesperanza y la dureza de corazón.

Felices quienes saben que una sonrisa ofrece serenidad ante el cansancio de la vida, da nuevo vigor a la persona que la recibe y renueva su ánimo.

Felices quienes han experimentado que repartiendo cada día más sonrisas no se empobrecen, sino que aumenta su felicidad al enriquecer a quienes las reciben.

Felices quienes al recibir un vaso de agua fresca, un regalo inesperado, una palabra de consuelo, dicen desde el fondo de su corazón: gracias…

Felices quienes se muestran agradecidos por el sol recién nacido, por el alimento diario, por la primera sonrisa del día o por el periódico que le regalan en el metro.

Felices quienes no pueden pagar con dinero la compañía en los momentos difíciles, la sinceridad ante la prueba, el abrazo que tanto abriga.

Felices quienes sienten un enorme reconocimiento por las enseñanzas recibidas, los libros que le hicieron mella, los amigos que lo demuestran en los momentos difíciles.

Felices quienes se ofrecen por entero cuando les necesitan, y no para que se lo agradezcan, sino porque les brota sinceramente del corazón.

Felices quienes celebran cada pequeño detalle que les regala la vida, que les ofrece un rayo de felicidad, que les deslumbra ante la gris cotidianidad.

Felices quienes, cuando los problemas les visitan, intentan solucionarlos con serenidad y aprecian lo positivo que han aprendido de ellos.

Felices quienes dan gracias a la vida por tener lo esencial para vivir, por tener cariño en el corazón para compartir, por gozar de una familia, por experimentar que Dios les ama..





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