martes, 6 de junio de 2017

Confianza en Dios en las pruebas



Si te has decidido a servir al Señor, prepárate para la prueba. Conserva recto tu corazón y sé decidido, no te pongas nervioso cuando vengan las dificultades. Apégate al Señor, no te apartes de él; si actúas así, arribarás a buen puerto al final de tus días. Acepta todo lo que te pase y sé paciente cuando te halles botado en el suelo. Porque, así como el oro se purifica en el fuego, así también los que agradan a Dios pasan por el crisol de la humillación. Confía en él y te cuidará; sigue el camino recto y espera en él.

Ustedes que temen al Señor, esperen su misericordia, no se aparten de él, pues podrían caer. Ustedes que temen al Señor, confíen en él: no perderán su recompensa. Ustedes que temen al Señor, esperen recibir todo lo que vale la pena: esperen misericordia y alegría eternas. Recuerden lo que les pasó a sus antepasados: ¿quién confió en el Señor y se arrepintió de haberlo hecho? ¿Quién perseveró en su temor y fue abandonado? ¿Quién lo llamó y no fue escuchado?
Pues el Señor es ternura y misericordia; perdona nuestros pecados y nos salva en los momentos de angustia.

¡Ay de los flojos que dejan caer sus brazos, ay del pecador que se niega a elegir! ¡Ay de los flojos que no tienen confianza!; por eso, no serán protegidos. Ay de ustedes que no han perseverado: ¿qué harán cuando el Señor les pida cuentas?

Los que temen al Señor no desobedecen sus mandamientos; los que son fieles en amarle siguen sus caminos. Los que temen al Señor tratan de agradarle; los que lo aman se alimentan de su Ley.

Los que temen al Señor tienen su corazón preparado; se humillan ante él y dicen: “¡Pongámonos en las manos del Señor más bien que en las de los hombres, pues su misericordia no es menos que su poder!”

Sirácides 2: 1-17

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