Este es un Blog sin ánimo de lucro, para difundir la Asociación Universal del Rosario Viviente, fundado por la Ven. Pauline M. Jaricot, aprovada en la Santa Iglesia Católica, por el Papa Greogorio XVl, el 27 de enero de 1832. Actualmente dirigido por la Sra. Patti Melvin, en Dickinson, Texas. Hoy sumamos en el planeta sobre 18 millones de personas, unidos rezando diariamente nuestra decena asignada del Rosario Viviente, orando todos por todos.
domingo, 28 de mayo de 2017
¡Haz reparación y Consuela a tu Dios!
El objeto de la adoración
Eucarística es la Divina Persona de Nuestro Señor Jesucristo presente en el
Santísima Sacramento. No hay nada más grande o santo que podamos hacer en la
tierra que adorarlo.
Adoración es un ejercicio
perfecto de todas las virtudes:
-
FE - Es completa y
perfecta cuando adoramos la escondida, velada y aniquilada Sagrada Hostia, no
con nuestros sentidos, sino con el espíritu puro de fe.
-
Piedad – Concentrada en
el Dios escondido, por oración, culto, respeto, humildad, penitencia y pureza.
-
Amor de Dios – Amor a
través de adoración y amor del prójimo por las oraciones que ofrecemos por Él.
Jesús está en la Eucaristía
porque Él nos ama y quiere que lo amemos. Cuando entramos a la Iglesia,
necesitamos dejar en la puerta nuestras preocupaciones y ocupaciones, y buscar
consuelo y la fortaleza solo de Dios. Aunque estemos muy distraídos, con
nuestra actitud y postura respetuosa, proclamamos Su Divinidad y Su Presencia.
Uno de los mayores pecados contra
la fe, se encuentra en nuestra falta de respeto al Santísimo Sacramento. ¿Cuántos
raramente dan una visita con devoción a Jesús Escondido? ¿Cuántos nunca lo
hacen? No lo conocen lo suficiente. ¡Qué ingratitud! El hombre raramente se
aventura más allá del mundo de los sentidos, sus intereses son naturales,
mundanos y egoístas, que culminan en herejía e impiedad. El mundo sumerge la
atención de las almas, las ata y esclaviza con ocupaciones externas, y las
aparta del amor de Dios.
El diablo libra una guerra
incesante contra nuestro amor por Jesús Sacramentado.
Si los cristianos continúan
desertando a Jesucristo de Su templo; ¿no quitará de ellos el Padre Celestial a
Su Amado Hijo, a quien ellos han abandonado? ¿No lo ha quitado ya de Naciones y
Reyes, que ahora viven en la sombra de la muerte? ¡Qué triste espectáculo ver a
Nuestro Santísimo Señor Jesucristo abandonar a un pueblo! La nube de la
desolación ha pasado sobre Europa. Jesús ha sido echado fuera de Sus templos.
Francia ha visto su fe en amor y por la Eucaristía disminuir, y como resultado,
¡Cuántas iglesias ahora son devotas de la herejía! Cuando su amor murió, Jesús
escapó y no ha regresado. ¡La felicidad viene solo de la posesión de Dios, y en
la Eucaristía poseemos a Dios!
La Eucaristía es el centro del
cristiano, mirad esta morada de amor: ¡La Divina Eucaristía!
El amor sin sacrificio es un
nombre vacío. Nuestro Señor vive y actúa en la Eucaristía. Jesús hizo la
Eucaristía un PAN para el débil y el fuerte; un remedio para el pecado; un arma
poderosa contra el diablo. Es el continuo milagro de Su Resurrección para vivir
en sus miembros débiles y enfermos. Arrojemos nuestras miserias en el Divino
Fuego como paja en las llamas. Sumerjamos nuestro manchado ropón bautismal, en
la Sagrada Sangre del Cordero de Dios, y saldrá blanco y bello.
Reparemos tantos ultrajes y
sacrilegios, comenzando por mi alma y la del mundo. Ten en mente los cuatro
puntos de adoración:
1-
El amor adora
2-
Da gracias
3-
Llora sus pecados
4-
Se consagra
enteramente a la mayor Gloria de Jesús.
El amor significa sacrificio; es
el don de nuestra voluntad a la voluntad de Dios. Debemos vaciar nuestro corazón
de todo sentimiento de autoestima.
Reflexión:
Hoy en el hogar, tanto el padre
como la madre son el origen de la espada que atraviesa el Corazón de nuestro
Dios crucificado. En muchos de los hogares no existe la modestia en el vestir, rehúsan
obedecer y están absorbidos por el materialismo del mundo. Satanás y el mundo
flagelan a Nuestro Señor y Dios. En este estado, Él toca a la puerta de tu
casa; tiene frío, hambre, derrama lágrimas, y Su túnica está desgarrada. Él es
Jesús y quiere reinar, perdonando.
¡Qué bien para ti poder completar
la reparación del Calvario y del Altar, al hacer tu hora santa de adoración
como familia en tu propio hogar! Podrás salvar mil almas más que, si hubieran
muerto antes de que hicieras tu hora santa, se habrían perdido.
El hogar se encuentra en gran
peligro. ¡Madre de Dios, sálvanos! El hogar cristiano está muriendo. ¡Madre de
Dios, sálvanos! Oh, mediadora de Misericordia, salva la familia y perfúmala con
fragancia de castidad; sé una vez más nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra
esperanza.
Oración:
Conceded que os ame, oh Jesús,
que sois amado en mi vida de familia, en el cumplimiento exacto de mis deberes
cotidianos, y en la aceptación de aquellas cruces conectadas con mi estado de
vida. Conceded que os ame, oh Jesús, en las almas que habéis puesto bajo mi
cuidado, especialmente las que se han descarriado.
Conceded que os ame, oh
Jesús, en Vuestro don inefable del Corazón de María, y en esta escuela, aprenda
a ser sencillo, humilde, casto y puro, y que, guiado por María, me santifique
en Vuestro Amor. Vos sabéis que a pesar de mis miserias, deseo con voluntad
firme vivir y morir diciendo y probándoos, que os amo sobre todos los tesoros
del cielo y de la tierra.
Amén.
Tomado de: Extractos de La
Víctima – Escritos de San Julián Pedro Eymard
sábado, 6 de mayo de 2017
Oración de adoración a Jesús Eucaristía
Hoy quiero adorarte en el
Sacramento de la Eucaristía. Te ofrezco todos los actos de adoración que has
recibido desde la institución de este Sacramento. Te adoro por los que no te
adoran, te adoro por todos los Sagrarios del mundo, especialmente por los que
están abandonados, te adoro por todos los Milagros Eucarísticos. Pido haya
manifestación de amor para los que te aman y los que no te aman.
Te adoro por Tu Cuerpo, Sangre y Presencia
Viva. Pido por Tu Santa Iglesia Católica, la protejas de toda maldad y engaño
del demonio; pido por Tus sacerdotes, que sean santos y fieles y que surjan
muchas, pero muchas vocaciones santas y fieles a Ti; por Tu pueblo, para que
nunca le sea privado de este maravilloso y único Sacramento que nos alimenta
nuestra vida del espíritu. Amén.
jueves, 4 de mayo de 2017
Novena a la Virgen de Fátima (4-13 de mayo)
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, Madre
de los pobres pecadores! Que apareciendo en Fátima, dejaste transparentar en
vuestro rostro celestial una leve sombra de tristeza para indicar el dolor que
os causan los pecados de los hombres y que con maternal compasión exhortaste a
no afligir más a vuestro Hijo con la culpa y a reparar los pecados con la
mortificación y la penitencia. Dadnos la gracia de un sincero dolor de los
pecados cometidos y la resolución generosa de reparar con obras de penitencia y
mortificación todas las ofensas que se infieren a vuestro Divino Hijo y a
vuestro Corazón Inmaculado.
Oración final
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Segundo Día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, ¡Madre
de la divina gracia, que vestida de nívea blancura te apareciste a unos
pastorcitos sencillos e inocentes, enseñándonos así cuánto debemos amar y procurar
la inocencia del alma, y que pediste por medio de ellos la enmienda de las
costumbres y la santidad de una vida cristiana perfecta! Concédenos
misericordiosamente la gracia de saber apreciar la dignidad de nuestra
condición de cristianos y de llevar una vida en todo conforme a las promesas
bautismales.
Oración final
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Tercer día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es ofendido;
y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria
¡Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz! Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, vaso
insigne de devoción!, que te apareciste en Fátima teniendo pendiente de
vuestras manos el santo Rosario, y que insistentemente repetías: «Orad, orad
mucho», para alejar por medio de la oración los males que nos amenazan.
Concédenos el don y el espíritu de oración, la gracia de ser fieles en el
cumplimiento del gran precepto de orar, haciéndolo todos los días, para así
poder observar bien los santos mandamientos, vencer las tentaciones y llegar al
conocimiento y amor de Jesucristo en esta vida y a la unión feliz con Él en la
otra.
Oración final
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Cuarto día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
¡Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz! Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, Reina
de la Iglesia! Que exhortaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa,
e infundiste en sus almas sencillas una gran veneración y amor hacia él, como
Vicario de vuestro Hijo y su representante en la tierra. Infunde también a
nosotros el espíritu de veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano
Pontífice, de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un
gran amor y respeto a todos los ministros de la santa Iglesia, por medio de los
cuales participamos la vida de la gracia en los sacramentos.
Oración final:
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Quinto día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, salud
de los enfermos y consoladora de los afligidos! Que movida por el ruego de los
pastorcitos, obraste ya curaciones en vuestras apariciones en Fátima, y habéis
convertido este lugar, santificado por vuestra presencia, en oficina de
vuestras misericordias maternales en favor de todos los afligidos. A vuestro
Corazón maternal acudimos llenos de filial confianza, mostrando las
enfermedades de nuestras almas y las aflicciones y dolencias todas de nuestra vida.
Echad sobre ellas una mirada de compasión y remediadlas con la ternura de
vuestras manos, para que así podamos serviros y amaros con todo nuestro corazón
y con todo nuestro ser.
Oración final:
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Sexto día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María,
refugio de los pecadores! Que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar
incesantemente al Señor para que esos desgraciados no caigan en las penas
eternas del infierno, y que manifestaste a uno de los tres que los pecados de
la carne son los que más almas arrastran a aquellas terribles llamas. Infundid
en nuestras almas un gran horror al pecado y el temor santo de la justicia
divina, y al mismo tiempo despertad en ellas la compasión por la suerte de los
pobres pecadores y un santo celo para trabajar con nuestras oraciones, ejemplos
y palabras por su conversión.
Oración final:
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos
el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
Séptimo día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, Reina
del purgatorio!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar a Dios por
las almas del purgatorio, especialmente por las más abandonadas. Encomendamos a
la inagotable ternura de vuestro maternal Corazón todas las almas que padecen
en aquel lugar de purificación, en particular las de todos nuestros allegados y
familiares y las más abandonadas y necesitadas; alíviales sus penas y llévalas
pronto a la región de la luz y de la paz, para cantar allí perpetuamente
vuestras misericordias.
Oración final
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Octavo día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María! Que
en vuestra última aparición te diste a conocer como la Reina del Santísimo
Rosario, y en todas ellas recomendaste el rezo de esta devoción como el remedio
más seguro y eficaz para todos los males y calamidades que nos afligen, tanto
del alma como del cuerpo, así públicas como privadas. Infundid en nuestras
almas una profunda estima de los misterios de nuestra Redención que se
conmemoran en el rezo del Rosario, para así vivir siempre de sus frutos.
Concédenos la gracia de ser siempre fieles a la práctica de rezarlo diariamente
para honraros a Vos, acompañando vuestros gozos, dolores y glorias, y así
merecer vuestra maternal protección y asistencia en todos los momentos de la
vida, pero especialmente en la hora de la muerte.
Oración final:
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Noveno día:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es
ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria:
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir
fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta novena, si ha de
ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así
sea.
Oración de este día:
¡Oh santísima Virgen María, Madre
nuestra dulcísima! Que escogiste a los pastorcitos de Fátima para mostrar al
mundo las ternuras de vuestro Corazón misericordioso, y les propusiste la
devoción al mismo como el medio con el cual Dios quiere dar la paz al mundo,
como el camino para llevar las almas a Dios, y como una prenda suprema de
salvación. Haced, ¡Oh Corazón de la más tierna de las madres! Que sepamos
comprender vuestro mensaje de amor y de misericordia, que lo abracemos con
filial adhesión y que lo practiquemos siempre con fervor; y así sea vuestro
Corazón nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos conduzca al amor
y a la unión con vuestro Hijo Jesús.
Oración final:
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