miércoles, 2 de agosto de 2017

Cómo actúa la Gracia de Dios en nosotros


La gracia es, si nada más, la presencia de Dios dentro de nuestras almas. Sí, ¡Dios está en nosotros! Ya se nos había dicho en los evangelios que somos Templos del Espíritu Santo. Pero no sólo el Espíritu Santo habita en nosotros, sino también el Padre y el Hijo. Sí, la trinidad completa.

Y es porque Dios habita en nosotros, que podemos amar a los demás. Porque Dios, es infinito amor, y la fuente de todo el amor. Pues las acciones indiferentes, cuando se las dedicamos a Dios, se hacen buenas por esta misma Gracia. Y más, recordemos: El Amor no es nada que podamos perder cuando lo compartimos. En cambio, el que lo recibe, gana mucho con ello.

La gracia aumenta a medida que permitimos al Espíritu Santo actuar por la participación en los sacramentos, la oración y la vida virtuosa – todo por los méritos de Cristo. La gracia nos asemeja a la vida de Cristo: sus virtudes, forma de pensar y actuar.

Mientras estamos en Gracia, estamos cerca de Dios, y Dios, con su maravilloso amor, nos consolará en nuestras penas, enfermedades y sufrimientos. La Gracia de Dios, nos da una paz interior que ni siquiera el más rico puede tener. Como dijo San Pablo, “Para fortalecer nuestra vida interior, es mejor estar en Gracia de Dios, que usar alimentos de los que nadie sacó provecho.” (Heb 13:0).

“Pero entonces, ¿por qué me siento tan vacío?” Porque a pesar de que la Luz está adentro de nosotros no puede llegar a nosotros, ya que algo se lo impide… la luz está allí, pero hay algo que sirve de obstáculo, una pared. Y se llama ‘cosas mundanas’. Basura espritual, que cubre el ‘vidrio’ del foco que es nuestro espíritu. El Espíritu Santo es la Luz, que no puede traspasar esa basura. Debemos deshacernos de todas las cosas inútiles que llenan nuestra cabeza, como juegos de video, telenovelas, egoísmos, etc. Cuando nuestro foco esté limpio, podremos ver con toda claridad.

Recordemos, Dios es Amor. Y si tenemos un maravilloso amor adentro de nosotros, ¿Por qué estar tristes? Si tenemos una pequeñísima pizca de fe en nosotros, y le preguntamos a Dios que nos haga felices, sentiremos su Gran amor por nosotros. Y éste amor, nos hará felices.

La Gracia ya nos fue dada en el bautismo. Pero no solo nos debemos alegrar de que la obtuvimos, y olvidarnos de Dios. Tenemos que aumentar esta gracia, para ser gente maravillosa.


Primero que nada, el modo más seguro de aumentar la gracia en nosotros es por los sacramentos. Para mucha gente, desafortunadamente, no es suficiente para sacarlos de los vicios en los que se han metido. Es aquí que debemos ORAR por esta gracia.

domingo, 30 de julio de 2017

¡3 secretos para rezar mejor el Rosario!

Una tímida misión


¿De qué iba aquel sueño?
No me acuerdo. Me desperté sintiendo
una tímida misión a este mundo.

Eso es quizá nuestra vida presente:
pocas certezas, tanto interrogante,
falta de seguridad,
precariedad en todo...

La existencia cambiante que llevamos
con el tesoro en vasijas de barro.

Tú nos envías. Mejor dicho: Tú nos traes.
La llamada precede a mi respuesta.

Tú nos equipas con lo necesario:
pizca de amor cargada de energía,
misericordia que lo cambia todo,
cada día una nueva oportunidad.

Me haces saber que estoy aquí para algo.
Sin forzarlo, das un rumbo a mi vida:
una tímida misión a este mundo.


(Alberto Núñez sj)

lunes, 24 de julio de 2017

Biografía de la Virgen María

La Virgen María nació en Nazaret. Sus padres fueron según la tradición, San Joaquín y Santa Ana. María era de familia sacerdotal, descendiente de Aarón; ya que Isabel, madre de Juan y esposa del sacerdote Zacarías, era su prima (Lc 1,5; 1,36). María y José eran de modestas condiciones económicas, pero ricos en santidad y virtud cumplidores de la Ley como lo prueba el Evangelio según San Lucas (Lc.1,22-24). 

Sabemos por la revelación y el magisterio de la Iglesia, que en Ella, la gracia divina se adelantó a la naturaleza viciada; que ningún hálito impuro la contaminó jamás; que sola Ella, entre todas las hijas de Adán, por un milagro de preservación redentora, fue preservada del universal contagio del pecado original; que Dios pareció haber agotado los tesoros inmensos de su omnipotencia, para embellecer y santificar su alma; y que la fidelidad perfecta de la Virgen, correspondiendo con exacta cooperación a los continuos llamamientos de la gracia, acumuló en sí méritos sobrenaturales sobre toda otra humana medida e hizo de Ella la más bella, la más sublime y santa entre todas las puras criaturas salidas de las manos del Creador.

Fisonomía Exterior de María

El gran Padre y Doctor de la Iglesia, San Ambrosio, dice a este respecto:

"Era la Virgen María de alma prudente y corazón blando y humilde, grave y parca en el hablar, aficionada a lecturas santas, modesta en sus palabras, muy atenta a lo que hacía, y buscando en todo siempre agradar a Dios y no a los hombres.

A nadie molestó jamás, a todos quiso bien, y tuvo particular respeto y reverencia a los mayores.

Nada duro o provocativo había en sus ojos o en su mirar; nada de atrevido o inconsiderado en sus palabras; y en sus acciones, nada que no fuese de todo punto digno y decoroso.

Sus gestos y su andar, nada tenían de ligero, suelto o petulante, antes bien, procedía con todo orden y compostura, de suerte que, la modestia y continente exterior de su persona eran como un bello reflejo de su alma, y podía servir como acabado ejemplar de toda probidad.

Era Ella la mejor guarda de sí misma, y tan apacible en su andar, en sus palabras y ademanes, que con sus pasos y movimientos, más que avanzar en el camino parecía adelantar en la virtud. Cuando hacía esta Virgen modestísima, podía tomarse como regla de buen proceder y de virtud.

Vida en Nazaret

Estando aún la Sagrada Familia en Belén, una noche un ángel del Señor ordenó a San José tomara a Jesús y con la Santa Madre huyeran a Egipto porque Herodes buscaba al Niño para darle muerte. ¡Qué afán! Mas qué obediencia y prontitud en emprender aquella huída. Años después por aviso Angélico volvieron a Nazaret.

Siendo el Niño de doce años, fue llevado por sus padres al templo de Jerusalén en cumplimiento de prescripciones santas de asistir a los sacrificios y oír explicar la Sagrada Escritura; mas por la imprevista quedada del Niño Jesús en el templo, que ellos juzgaron que se les había perdido. ¡Cuánto sufrimiento hasta encontrarlo! Estaba en medio de los doctores, oyéndolos y enseñándoles...

En Nazaret continuó la Sagrada Familia la oscura y humilde vida: allí crecía el Niño en edad, santidad y ciencia a vista de todos; allí aumentaba a diario la perfección de María y tuvo la pena de ver morir a San José, a quién asistieron con Jesús en su último instante de vida humana; de allí salió a los 30 años de edad, Jesús divino Maestro, a emprender la vida en público, de enseñanzas, predicación, beneficios y continuo sacrificarse hasta la muerte.

Últimos años de la Virgen

Los últimos años vividos por María sobre la tierra, han permanecido envueltos en una neblina tan espesa que casi no es posible entreverlos con la mirada, y mucho menos penetrarlos. La Escritura calla y la tradición nos hace llegar solamente ecos lejanos e inciertos. Indudablemente la Virgen, en aquellos años en que permaneció en la tierra, debió exclamar continuamente, con mayor razón que San Pablo, dirigiéndose a los primeros cristianos: "Mi vida es Cristo y la muerte sería para mí una ganancia. Mas, ¿qué escoger? A la verdad, mucho mejor sería para mí irme con Él; pero vuestra necesidad me manda quedar aquí... Permaneceré con vosotros para provecho vuestro y gozo de vuestra fe" (Filipenses, 1, 21-26).

¡Si la Iglesia, hija de María era todavía niña, y como tal, aún tenía necesidad de todos aquellos cuidados que sólo una madre puede procurar, de todas aquellas finas y delicadas solicitudes que sólo un corazón de madre puede percibir! Y María, consagrada enteramente al provecho de la Iglesia, prestó de continuo hacia Ella, cuerpo místico de Cristo, todos aquellos cuidados y atenciones maternales que había tenido para con su divino Hijo. A Ella, por consiguiente, como a la madre de una familia, recurrían de continuo los Apóstoles y discípulos, todos los fieles especialmente en las horas de duda, de dolor y de persecución. Ella aconsejaba a todos, sostenía a todos. Junto a Ella, aquellos primeros fieles olvidaban las penas del destierro y se sentían animados para recorrer con ardor el camino que conducía a la patria.

Fin del Destierro                                                                 

Todo nos induce a creer que la vida terrena de María, así como tuvo su comienzo en la ciudad santa, así también tuvo en ella su término. Ella pasó de la Jerusalén terrestre a la Jerusalén Celestial. No se comprende bien, en efecto, cómo pudo morir la Virgen. Para nosotros es fácil, demasiado fácil morir. Pero para María no sucede lo mismo.


Después de consolar, enseñar y amparar a los apóstoles y discípulos de Cristo, cuando fue tiempo de salir de este mundo, abrasada en amor divino se durmió plácidamente.

No fue una sacudida violenta que arrancó el alma de María; fue el impulso de la caridad lo que la separó dulcemente del cuerpo enviándola al Paraíso envuelta en una onda de deseo ardiente de su Amado.


Después de su muerte la Santísima Virgen fue llevada a los cielos por los ángeles, donde coronada de gloria y de poder y con trono sobre todos los coros angélicos y todos los santos, permanece eternamente como Madre de Dios que es, y Señora y Madre nuestra, ejerciendo su amabilísimo poder por los siglos de los siglos.


Anwar Tapias Lakatt

Estado del Vaticano



El territorio en el banco derecho del Río Tiber, entre el Monte Mario y el Monte Gianicolo (Janiculum), era conocido en la antigüedad como el Ager Vaticanus. El origen del nombre Vaticano no está claro pero algunos dicen que viene de un antiguo pueblo Etrusco llamado Vaticum. Esta zona no era parte de la antigua Roma ni estaba dentro de las murallas de la ciudad construidas por el Emperador Aureliano. Partes del Vaticano eran tierras pantanosas e inhóspitas.

Los Etruscos fueron sometidos a Roma en la batalla de Veyes (396 a.C.) Cuando el Apóstol Pedro llegó a Roma, el Ager Vaticanus había sido incluido por el emperador Augusto en la reorganización de la ciudad.

En el año 37 el emperador Caius Caligula edificó un circo y le puso en medio un obelisco traído desde Heliópolis

Martirio de San Pedro                                                                     

El emperador Nerón tenía fascinación con el circo en cuyos espectáculos se martirizaron muchos cristianos. (Tacitus, "Annal.", XV, 44).  Aquí murió crucificado San Pedro Apóstol. El no se consideraba digno de morir en la forma de su Señor y por eso lo crucificaron con la cabeza hacia
abajo. El lugar exacto de su crucifixión fue guardado por la tradición. Muy cerca del circo de Nerón, los cristianos enterraron a San Pedro.  

Las palabras de Jesús se cumplen textualmente: 

"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella".
Mateo 16:18

Hay testimonios arqueológicos de la necrópolis con la tumba de San Pedro, directamente bajo el altar mayor. Esta ha sido venerada desde el siglo II.

Un edículo de 160 d.C.  en el cual puede leerse en griego "Pedro está aquí".

La persecución de cristianos arreció con el emperador Decio (249), Valeriano (257-258) y Diocleciano (303-311), hasta finalizar con el edicto de Milán de Constantino (313).

Por razón de ser el lugar del martirio del primer Papa, al pie de la Colina Vaticana se edificó la antigua Basílica de San Pedro comenzando con Constantino en el siglo IV.

Los Papas medievales compraron toda la colina. Se construyó un puente, Pons Aelius, para comunicar estas tierras con Roma.

En 1869 se celebró el Concilio Vaticano I en el que se decretó el dogma de la infalibilidad del Papa. Al año siguiente las tropas italianas invadieron a Roma dando fin al dominio político de los Papas tras la unificación de Italia. Los territorios que gobierna el Papa con poder temporal se redujeron al Vaticano, la nación más pequeña del mundo.

La Ley de Garantías del Estado Italiano, del 13 de mayo, de 1871, declara explícitamente que todas las residencias del Papa en tierra italiana gozan de inmunidad y deben ser extraterritoriales.  El Vaticano es un Estado completamente independiente, y según la ley internacional, no es parte del territorio italiano. El Papa goza de total libertad para ejercer su misión como la cabeza visible de la Iglesia.

En 1929 se celebra el Pacto de Letrán confirmando la independencia de los estados pontificios.

La Basílica de San Pedro

Los Papas habitaron por largo tiempo junto a la Basílica de Letrán, en el Palacio de Letrán, que anteriormente era la residencia de la emperatriz Fausta, 2da. mujer de Constantino. Cuando en el año 847 los sarracenos saquearon la Basílica, León IV amuralló el Vaticano (obra del 848-852) añadiéndole también torres de defensa. Dos de las cuales están aún en pie. El Vaticano adquirió el nombre de Civitas Leonina.

Nicolás III (1277-1280) mudó la residencia papal al Vaticano. Cuando los Sumos Pontífices volvieron del destierro de Avignon, la residencia Papal se trasladó definitivamente en 1377, junto a la Basílica de San Pedro.

Los límites geográficos del Estado Vaticano son: La Via Porta Angélica, la Piazza del Rissorgimiento y las columnatas de Bernini.

lunes, 17 de julio de 2017

Tarjetas con mensajes

Aquí les dejo estas bellas tarjetas con mensajes hermosos, que nos ayudan también a nuestro conocimiento y crecimiento en la virtud. Si desean recibirlas, pueden ponerse en contacto con el Centro Mundial del Rosario Viviente Universal, con la Directora Patti Melvin, escribiendo a esta dirección postal: The Living Rosary, P.O. Box 1303, Dickinson, Tx 77539, U.S.A. 
Correo elctrónico: Filomena@Philomena.org
link: http://www.philomena.org/
Evangelicemos siempre. Paz y bien.





































sábado, 15 de julio de 2017

Oración a María Inmaculada

¡Oh Inmaculada y Santísima Virgen, ¡Madre de Nuestros Señor, rezadle a Él por nosotros, vuestros hijos, que recurrimos a vos!

Oh Virgen Inmaculada, que fuiste agradable a los ojos del Señor y te convertiste en Su Madre, mira misericordiosamente a los desdichados que imploramos tu poderoso auxilio. La malvada serpiente, sobre la que la primera maldición fue arrojada, continúa haciendo guerra y tendiendo acechanzas a los desgraciados hijos de Eva.

Ah, Nuestra Santísima Madre, Nuestra Reina y Abogada, quien desde el primer instante de tu concepción quebrantaste la cabeza de nuestro enemigo, recibe las plegarias que unimos a las tuyas con un solo corazón, y te suplicamos, humildemente, ante el Trono de Dios, que jamás caigamos en las acechanzas de  tendidas por el enemigo, de tal manera, que todos vayamos al refugio de la salvación; y en medio de tantos peligros, que la Santa Madre Iglesia y la hermandad de los cristianos por doquiera canten una vez más el himno de la liberación, de victoria y de paz.


Amén.

viernes, 14 de julio de 2017

Triduo a Nuestra Señora y Reina del Carmelo

Oración Diaria  

¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmelo! Vos, que miráis con ojos de particular bondad al que viste vuestro Bendito Escapulario, miradme benignamente
y cubridme con el manto de vuestra maternal protección.

Fortaleced mi flaqueza con vuestro poder, iluminad las
tinieblas de mi entendimiento con vuestra sabiduría, aumentad en mí la fe, la esperanza y la caridad. Adornad mi alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de vuestro divino Hijo y de Vos.

Asistidme en vida, consoladme cuando muera
con vuestra amabilísima presencia, y presentadme
a la Augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto vuestro,
para alabaros eternamente y bendeciros en el Paraíso. Amén.



Oración para el día primero del Triduo
  
¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para mostrar Vuestro especialísimo amor
a los Carmelitas les honrasteis con el dulce nombre de hijos y hermanos vuestros, alentando con tan singular favor su confianza, para buscar en Vos, como en amorosa Madre, el remedio, el consuelo y el amparo en todas sus necesidades y aflicciones,
moviéndoles a la imitación de Vuestras excelsas virtudes.

Os ruego, Señora, me miréis, como amorosa Madre y me alcancéis la gracia de imitaros,
de modo que dignamente pueda yo ser llamado también hijo vuestro,
y que mi nombre sea inscrito en el libro de la predestinación de los hijos de Dios y hermanos de mi Señor Jesucristo. Así Señora, os lo suplico humildemente, diciendo:


Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Tí clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

Terminamos rezando las tres Avemarías a Nuestra Señora del Carmen:

Madre mía del Carmen, bendita seáis; los Serafines, 
los Santos y los Justos os llenen de alabanzas, 
porque me habéis dado vuestro Escapulario.

Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, 
ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén

Madre mía del Carmen, bendita seáis; los Arcángeles, 
los Justos y los Santos os llenen de alabanzas, 
porque con vuestro Escapulario me habéis hecho especialísimo hijo vuestro.

Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, 
ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén

Madre mía, madre de mi corazón y Reina de mi amor,
os doy mi alma, mi vida, mi corazón,
y quiero que os alaben las Virtudes y todas las criaturas,
porque con vuestro Escapulario me habéis infundido la esperanza
de que os veré en el Cielo... No me dejéis, Madre mía.

Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, 
ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.



                             Segundo Día del Triduo a Nuestra Señora del Carmen: 


Oración Diaria

¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmelo! Vos, que miráis con ojos de particular bondad al que viste vuestro Bendito Escapulario, miradme benignamente y cubridme con el manto de vuestra maternal protección.

Fortaleced mi flaqueza con vuestro poder, iluminad las
tinieblas de mi entendimiento con vuestra sabiduría, aumentad en mí la fe, la esperanza y la caridad. Adornad mi alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de vuestro divino Hijo y de Vos.

Asistidme en vida, consoladme cuando muera
con vuestra amabilísima presencia, y presentadme
a la Augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto vuestro, para alabaros eternamente y bendeciros en el Paraíso. Amén.



Oración para el Segundo día del Triduo:

¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para señalar a los Carmelitas
por especiales hijos Vuestros, los enriqueciste con la singular prenda
del Santo Escapulario, vinculando en él tantas gracias y favores
para con los que devotamente lo visten y cumpliendo
con sus obligaciones, procuran vivir de manera que,
imitando Vuestras virtudes, muestran que son vuestros hijos.

Os ruego, Señora, me alcancéis la gracia de vivir siempre
como verdadero católico y cofrade amante del Santo Escapulario,
a fin de que merezca lograr los frutos de esta hermosa devoción.
Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Tí clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

Terminamos rezando las tres Avemarías a Nuestra Señora del Carmen:

Madre mía del Carmen, bendita seáis; los Serafines, 
los Santos y los Justos os llenen de alabanzas, 
porque me habéis dado vuestro Escapulario.

Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, 
ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén

Madre mía del Carmen, bendita seáis; los Arcángeles, 
los Justos y los Santos os llenen de alabanzas, 
porque con vuestro Escapulario me habéis hecho especialísimo hijo vuestro

Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, 
ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén

Madre mía, madre de mi corazón y Reina de mi amor,
os doy mi alma, mi vida, mi corazón,
y quiero que os alaben las Virtudes y todas las criaturas,
porque con vuestro Escapulario me habéis infundido la esperanza
de que os veré en el Cielo... No me dejéis, Madre mía.

Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, 
ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén


                 Tercer Día del Triduo a Nuestra Señora del Carmen


Oración Diaria:  

¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmelo! Vos, que miráis con ojos de particular bondad al que viste vuestro Bendito Escapulario, miradme benignamente y cubridme con el manto de vuestra maternal protección.

Fortaleced mi flaqueza con vuestro poder, iluminad las
tinieblas de mi entendimiento con vuestra sabiduría, aumentad en mí la fe, la esperanza y la caridad. Adornad mi alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de vuestro divino Hijo y de Vos.

Asistidme en vida, consoladme cuando muera
con vuestra amabilísima presencia, y presentadme
a la Augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto vuestro, para alabaros eternamente y bendeciros en el Paraíso. Amén.


Oración para el tercer día del Triduo:

¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que os dignásteis admitir con singular amor el obsequio filial de los Carmelitas,
que entre todos los mortales fueron los primeros que
en vuestro honor edificaron un templo en el Monte Carmelo,
donde concurrían fervorosos a daros culto y alabanza.

Os ruego, Señora, me alcancéis sea mi alma templo vivo de la Majestad de Dios,
adornado de todas las virtudes, donde El habite siempre amado,
adorado y alabado por mí, sin que jamás
le ocupen los afectos desordenados de lo temporal y terreno.
Así, Señora, os lo suplico humildemente, diciendo:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Tí clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

Terminamos rezando las tres Avemarías a Nuestra Señora del Carmen:

Madre mía del Carmen, bendita seáis; los Serafines, los Santos y los Justos os llenen de alabanzas, porque me habéis dado vuestro Escapulario.

Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, 
ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén

Madre mía del Carmen, bendita seáis; los Arcángeles, los Justos y los Santos os llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario me habéis hecho especialísimo hijo vuestro.

Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, 
ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén

Madre mía, madre de mi corazón y Reina de mi amor,
os doy mi alma, mi vida, mi corazón,
y quiero que os alaben las Virtudes y todas las criaturas,
porque con vuestro Escapulario me habéis infundido la esperanza
de que os veré en el Cielo... No me dejéis, Madre mía.

Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, 
ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén