miércoles, 21 de enero de 2015

Yo Soy la Vid: Produzcan frutos en Mí (Juan 15:1-17)



“Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Todo sarmiento que no da fruto en mí lo corta. Y todo sarmiento que da fruto lo limpia para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios gracias a la palabra que les he anunciado, pero permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes. Un sarmiento no puede producir fruto por sí mismo si no permanece unido a la vid; tampoco ustedes pueden producir fruto si no permanecen en mí.

Yo soy la vid y ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran y se seca; como a los sarmientos, que los amontonan, se echan al fuego y se queman.

Mientras ustedes permanezcan en mí y mis palabras permanezcan en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán. Mi Padre es glorificado cuando ustedes producen abundantes frutos: entonces pasan a ser discípulos míos. Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa.

Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre.

Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre.”

Salmo 27



Jubiloso en su carpa ofreceré
sacrificios con aclamaciones.
Quiero cantar, tocar para el Señor.
Señor, oye la voz con que a ti clamo,
escucha, por piedad.

Mi corazón de ti me habla diciendo: “Procura ver su faz”.
Es tu rostro, Señor, lo que yo busco,
no me escondas tu cara.
Con enojo a tu siervo no rechaces;
eres tú mi defensa,
¡no me abandones, no me dejes solo,
mi Dios y Salvador!

Si me abandonaran mi padre y mi madre,
me acogería el Señor.
Enséñame, Señor, tus caminos,
y guíame por sendero llano.
Líbrame del afán de mis contrarios,
pues contra mí se levantan falsos testigos
que lanzan amenazas.

La bondad del Señor espero ver
en la tierra de los vivientes.
Confía en el Señor, ¡ánimo, arriba!,
espera en el Señor.

miércoles, 7 de enero de 2015

La diligencia de un hijo de María



Cuántos de nosotros dejamos que nuestro tiempo se escape sin usarlo. Largas horas en la cama, perdido en conversaciones sin objetivos, o desperdiciando horas leyendo novelas. Estas horas podrían haber sido usadas sirviendo a Dios y ayudando a salvar almas. ¿Cuántas almas cultas y refinadas pasaron sus días en una larga ronda de visitas, fiestas, charlas y frivolidades? Un hijo de María sabe que él/ella fueron creados para servir a Dios. Debe tomarse recreo apropiado, pero el hijo de María estará plenamente consciente de que debe ocupar su tiempo para honor de María y gloria de Dios.

La modestia es la belleza propia de la hija de María. Ella no puede ser coqueta, no puede ser ocurrente,  debe ser modesta. La belleza pronto se irá, pero la modestia perdura. Podrás perder tus vestidos, la enfermedad podrá causar estragos en tu elegancia pero ningún infortunio mundano podrá tocar tu modestia.

La modestia se refleja en los ojos guardados con cuidado, en el habla mantenida bajo control y en el porte del cuerpo. Modestia es la protección natural de la santa pureza y es un índice de su presencia. La pureza es una virtud angélica, la perla entre todas las virtudes. Es una de las virtudes más queridas del Corazón de María. El mayor peligro a esta santa virtud viene de la falta de prudencia y humildad. La adulación y el orgullo son tus grandes enemigos. Sé precavido contra ellos.

¡Huye de todas las ocasiones! Jamás flirtees con ninguna tentación contra la santa pureza. ¡El vaso en el que llevas esta preciosa joya es muy frágil!

¡REZA SIN CESAR PARA PRESERVAR LA AZUCENA DE TU PUREZA!