miércoles, 21 de agosto de 2013

Testimonio de Catalina Rivas sobre la Santa Misa



En la maravillosa catequesis con la que el Señor y la Virgen María nos han ido instruyendo, en primer lugar, enseñándonos la forma de rezar el Santo Rosario, de orar con el corazón, de meditar y disfrutar de los momentos de encuentro con Dios y con nuestra Madre bendita; la manera de confesarse bien… está, la del conocimiento de lo que sucede en la Santa Misa y la forma de vivirla con el corazón.

Este es el testimonio que debo y quiero dar al mundo entero, para mayor Gloria de Dios y para la salvación de todo aquel que quiera abrir su corazón al Señor. Para que muchas almas consagradas a Dios, reaviven el fuego del amor a Cristo, unas que son dueñas de las manos que tienen el poder de traerlo a la tierra para que sea nuestro alimento, las otras, para que pierdan la “costumbre rutinaria” de recibirlo y revivan el asombro del encuentro cotidiano con el amor. Para que mis hermanos y hermanas laicos del mundo entero vivan el mayor de los Milagros con el corazón: la celebración de la Santa Eucaristía.

Era la vigilia del día de la Anunciación y los componentes del grupo nuestro habíamos ido a confesarnos. Algunas de las señoras del grupo de oración no alcanzaron a hacerlo y dejaron su confesión para el día siguiente antes de la Santa Misa.

Cuando llegué al día siguiente a la Iglesia un poco atrasada, el señor Arzobispo y los sacerdotes ya estaban saliendo al presbiterio. Dijo la Virgen con aquella voz tan suave y femenina que a una le endulza el alma. “Hoy es un día de aprendizaje para ti y quiero que prestes mucha atención, porque de lo que seas testigo hoy, todo lo que vivas en este día, tendrás que participarlo a la humanidad.” Me quedé sobrecogida sin entender pero procurando estar muy atenta.

Lo primero que percibí es que había un coro de voces muy hermosas que cantaban como si estuviesen lejos, a momentos se acercaba y luego se alejaba la música como con el sonido del viento.

El señor Arzobispo empezó la Santa Misa, y al llegar a la Oración Penitencial, dijo la Santísima Virgen:

“Desde el fondo de tu corazón, pide perdón al Señor por todas tus culpas, por haberlo ofendido, así podrás participar dignamente de este privilegio que es asistir a la Santa Misa.”

Seguramente que por una fracción de segundo pensé: “Pero si estoy en Gracia de Dios, me acabo de confesar anoche”.

Ella contestó: “¿Y tú crees que desde anoche no has ofendido al Señor? Déjame que Yo te recuerde algunas cosas. Cuando salías para venir aquí, la muchacha que te ayuda se acercó para pedirte algo y como estabas con retraso, a la apurada, le contestaste no de muy buena forma. Eso ha sido una falta de caridad de tu parte y dices no haber ofendido a Dios…?”

“De camino hacia acá un autobús se atravesó en tu camino, casi te choca y te expresaste en forma poco conveniente contra ese pobre hombre, en lugar de venir haciendo tus oraciones, preparándote para la Santa Misa. Has faltado a la caridad y has perdido la paz, la paciencia. ¿Y dices no haber lastimado al Señor…?”

“En el último momento llegas, cuando ya la procesión de los celebrantes está saliendo para celebrar la Misa… y vas a participar de ella sin una previa preparación…”

- “Ya, Madre Mía, ya no me digas más, no me recuerdes más cosas porque me voy a morir de pesar y vergüenza”, contesté.

“¿Por qué tienen que llegar en el último momento? Ustedes deberían estar antes para poder hacer una oración y pedir al Señor que envíe Su Santo Espíritu, que les otorgue un espíritu de paz que eche fuera el espíritu del mundo, las preocupaciones, los problemas y las distracciones para ser capaces de vivir este momento tan sagrado. Pero llegan casi al comenzar la celebración, y participan como si participaran de un evento cualquiera, sin ninguna preparación espiritual. ¿Por qué? Es el Milagro más grande, van a vivir el momento de regalo más grande de parte del Altísimo y no lo saben apreciar.”

Era bastante. Me sentía tan mal que tuve más que suficiente para pedir perdón a Dios, no solamente por las faltas de ese día, sino por todas las veces que, como muchísimas otras personas, esperé a que termine la homilía del sacerdote para entrar en la Iglesia. Por las veces que no supe o me negué a comprender lo que significaba estar allí, por las veces que tal vez habiendo estado mi alma llena de pecados más graves, me había atrevido a participar de la Santa Misa.

Era día de Fiesta y debía recitarse el Gloria. Dijo nuestra Señora: “Glorifica y bendice con todo tu amor a la Santísima Trinidad en tu reconocimiento como criatura Suya”.

Qué distinto fue aquel Gloria. De pronto me veía en un lugar lejano, lleno de luz ante la Presencia Majestuosa del Trono de Dios, y con cuánto amor fui agradeciendo al repetir: “…por tu inmensa Gloria Te alabamos, Te bendecimos, Te adoramos, Te glorificamos, Te damos gracias, Señor, Dios Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso”, y evoqué el rostro paternal del Padre lleno de bondad… “…Señor, Hijo único Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, Tú que quitas el pecado del mundo”, y Jesús estaba delante de mí, con ese rostro lleno de ternura y Misericordia: “…porque sólo Tú eres Dios, sólo Tú, Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo…”, el Dios del Amor hermoso, Aquel que en ese momento estremecía todo mi ser…

Y pedí: “Señor, libérame de todo espíritu malo, mi corazón te pertenece, Señor mío envíame tu paz para conseguir el mejor provecho de esta Eucaristía y que mi vida dé sus mejores frutos. Espíritu Santo de Dios, transfórmame, actúa en mí, guíame ¡Oh Dios, dame los dones que necesito para servirte mejor…!”

Llegó el momento de la Liturgia de la Palabra y la Virgen me hizo repetir: “Señor, hoy quiero escuchar Tu Palabra y producir fruto abundante, que Tu Santo Espíritu limpie el terreno de mi corazón, para que Tu Palabra crezca y se desarrolle, purifica mi corazón para que esté bien dispuesto.”

“Quiero que estés atenta a las lecturas y a toda la homilía del sacerdote. Recuerda que la Biblia dice que la Palabra de Dios no vuelve sin haber dado fruto. Si tú estás atenta, va a quedar algo en ti de todo lo que escuches. Debes tratar de recordar todo el día esas Palabras que dejaron huella en ti. Serán dos frases unas veces, luego será la lectura del Evangelio entera, tal vez solo una palabra, paladear el resto del día y eso hará carne en ti porque esa es la forma de transformar la vida, haciendo que la Palabra de Dios lo transforme a uno.”

“Y ahora, dile al Señor que estás aquí para escuchar lo que quieres que Él diga hoy a tu corazón.”

Nuevamente agradecí a Dios por darme la oportunidad de escuchar Su Palabra y le pedí perdón por haber tenido el corazón tan duro por tantos años y haber enseñado a mis hijos que debían ir a Misa los domingos, porque así lo mandaba la Iglesia, no por amor, por necesidad de llenarse de Dios…

Yo que había asistido a tantas Eucaristías, más por compromiso; y con ello creía estar salvada. De vivirla, ni soñar, de poner atención en las lecturas y la homilía del sacerdote, menos.

¡Cuánto dolor sentí por tantos años de pérdida inútil, por mi ignorancia!… ¡Cuánta superficialidad en las Misas a las que asistimos porque es una boda, una Misa de difunto o porque tenemos que hacernos ver con la sociedad! ¡Cuánta ignorancia sobre nuestra Iglesia y sobre los Sacramentos! ¡Cuánto desperdicio en querer instruirnos y culturizarnos en las cosas del mundo, que en un momento pueden desaparecer sin quedarnos nada, y que al final de la vida no nos sirven ni para alargar un minuto a nuestra existencia! Y sin embargo, de aquello que va a ganarnos un poco del cielo en la tierra y luego la vida eterna, no sabemos nada, ¡Y nos llamamos hombres y mujeres cultos…!

Un momento después llegó el Ofertorio y la Santísima Virgen dijo “Reza así: (y yo la seguía) Señor, te ofrezco todo lo que soy, lo que tengo, lo que puedo, todo lo pongo en Tus manos. Edifica Tú, Señor con lo poco que soy. Por los méritos de Tu Hijo, transfórmame, Dios Altísimo. Te pido por mi familia, por mis bienhechores, por cada miembro de nuestro Apostolado, por todas las personas que nos combaten, por aquellos que se encomiendan a mis pobres oraciones… Enséñame a poner mi corazón en el suelo para que su caminar sea menos duro. Así oraban los santos, así quiero que lo hagan.”

Y es que así lo pide Jesús, que pongamos el corazón en el suelo para que ellos no sientan la dureza, sino que los aliviemos con el dolor de aquel pisotón. Años después leí un librito de oraciones de un Santo al que quiero mucho: José María Escrivá de Balaguer, y allá pude encontrar una oración parecida a la que me enseñaba la Virgen. Tal vez este Santo a quien me encomiendo, agradaba a la Virgen Santísima con aquellas oraciones.

De pronto empezaron a ponerse de pie unas figuras que no había visto antes. Era como si del lado de cada persona que estaba en la Catedral, saliera otra persona y aquello se llenó de unos personajes jóvenes, hermosos. Iban vestidos con túnicas muy blancas y fueron saliendo hasta el pasillo central dirigiéndose hacia el Altar.

Dijo nuestra Madre: “Observa, son los Ángeles de la Guarda de cada una de las personas que está aquí. Es el momento en que su Ángel de la Guarda lleva sus ofrendas y peticiones ante el Altar del Señor.”

En aquel momento, estaba completamente asombrada, porque esos seres tenían rostros tan hermosos, tan radiantes como no puede uno imaginarse. Lucían unos rostros muy bellos, casi femeninos, sin embargo la complexión de su cuerpo, sus manos, su estatura era de hombre. Los pies desnudos no pisaban el suelo, sino que iban como deslizándose, como resbalando. Aquella procesión era muy hermosa.

Algunos de ellos tenían como una fuente de oro con algo que brillaba mucho con una luz blanca-dorada, dijo la Virgen: “Son los Ángeles de la Guarda de las personas que están ofreciendo esta Santa Misa por muchas intenciones, aquellas personas que están conscientes de lo que significa esta celebración, aquellas que tienen algo que ofrecer al Señor…”

“Ofrezcan en este momento…, ofrezcan sus penas, sus dolores, sus ilusiones, sus tristezas, sus alegrías, sus peticiones. Recuerden que la Misa tiene un valor infinito por lo tanto, sean generosos en ofrecer y en pedir.”

Detrás de los primeros Ángeles venían otros que no tenían nada en las manos, las llevaban vacías. Dijo la Virgen: “Son los Ángeles de las personas que estando aquí, no ofrecen nunca nada, que no tienen interés en vivir cada momento litúrgico de la Misa y no tienen ofrecimientos que llevar ante el Altar del Señor.”

En último lugar iban otros Ángeles que estaban medio tristones, con las manos juntas en oración pero con la mirada baja. “Son los Ángeles de la Guarda de las personas que estando aquí, no están, es decir de las personas que han venido forzadas, que han venido por compromiso, pero sin ningún deseo de participar de la Santa Misa y los Ángeles van tristes porque no tienen qué llevar ante el Altar, salvo sus propias oraciones.”

“No entristezcan a su Ángel de la Guarda… Pidan mucho, pidan por la conversión de los pecadores, por la paz del mundo, por sus familiares, sus vecinos, por quienes se encomiendan a sus oraciones. Pidan, pidan mucho, pero no sólo por ustedes, sino por los demás.”

“Recuerden que el ofrecimiento que más agrada al Señor es cuando se ofrecen ustedes mismos como holocausto, para que Jesús, al bajar, los transforme por Sus propios méritos. ¿Qué tienen que ofrecer al Padre por sí mismos? La nada y el pecado, pero al ofrecerse unidos a los méritos de Jesús, aquel ofrecimiento es grato al Padre.”

Aquel espectáculo, aquella procesión era tan hermosa que difícilmente podría compararse a otra. Todas aquellas criaturas celestiales haciendo una reverencia ante el Altar, unas dejando su ofrenda en el suelo, otras postrándose de rodillas con la frente casi en el suelo y luego que llegaban allá desaparecían a mi vista.

Llegó el momento final del Prefacio y cuando la asamblea decía: “Santo, Santo, Santo” de pronto, todo lo que estaba detrás de los celebrantes desapareció. Del lado izquierdo del señor Arzobispo hacia atrás en forma diagonal aparecieron miles de Ángeles, pequeños, Ángeles grandes, Ángeles con alas inmensas, Ángeles con alas pequeñas, Ángeles sin alas, como los anteriores; todos vestidos con unas túnicas como las albas blancas de los sacerdotes o los monaguillos.

Todos se arrodillaban con las manos unidas en oración y en reverencia inclinaban la cabeza. Se escuchaba una música preciosa, como si fueran muchísimos coros con distintas voces y todos decían al unísono junto con el pueblo: Santo, Santo, Santo

Había llegado el momento de la Consagración, el momento del más maravilloso de los Milagros… Del lado derecho del Arzobispo hacia atrás en forma también diagonal, una multitud de personas, iban vestidas con la misma túnica pero en colores pastel: rosa, verde, celeste, lila, amarillo; en fin, de distintos colores muy suaves. Sus rostros también eran brillantes, llenos de gozo, parecían tener todos la misma edad. Se podía apreciar (y no puedo decirlo por qué) que había gente de distintas edades, pero todos parecían igual en las caras, sin arrugas, felices. Todos se arrodillaban también ante el canto de “Santo, Santo, Santo, es el Señor…”

Dijo nuestra Señora: “Son todos los Santos y Bienaventurados del cielo y entre ellos, también están las almas de los familiares de ustedes que gozan ya de la Presencia de Dios.” Entonces la vi. Allá justamente a la derecha del señor Arzobispo… un paso detrás del celebrante, estaba un poco suspendida del suelo, arrodillada sobre unas telas muy finas, transparentes pero a la vez luminosas, como agua cristalina, la Santísima Virgen, con las manos unidas, mirando atenta y respetuosamente al celebrante. Me hablaba desde allá, pero silenciosamente, directamente al corazón, sin mirarme.

“¿Te llama la atención verme un poco más atrás de Monseñor, verdad? Así debe ser… Con todo lo que Me ama Mi Hijo, no Me Ha dado la dignidad que da a un sacerdote de poder traerlo entre Mis manos diariamente, como lo hacen las manos sacerdotales. Por ello siento tan profundo respeto por un sacerdote y por todo el milagro que Dios realiza a través suyo, que me obliga a arrodillarme aquí.”

¡Dios mío, cuánta dignidad, cuánta gracia derrama el Señor sobre las almas sacerdotales y ni nosotros, ni tal vez muchos de ellos estamos conscientes!

Delante del altar, empezaron a salir unas sombras de personas en color gris que levantaban las manos hacia arriba. Dijo la Virgen Santísima: “Son las almas benditas del Purgatorio que están a la espera de las oraciones de ustedes para refrescarse. No dejen de rezar por ellas. Piden por ustedes, pero no pueden pedir por ellas mismas, son ustedes quienes tienen que pedir por ellas para ayudarlas a salir para encontrarse con Dios y gozar de Él eternamente.”

“Ya lo ves, aquí Estoy todo el tiempo… La gente hace peregrinaciones y busca los lugares de Mis apariciones, y está bien por todas las gracias que allá se reciben, pero en ninguna aparición, en ninguna parte Estoy más tiempo presente que en la Santa Misa. Al pie del Altar donde se celebra la Eucaristía, siempre Me van a encontrar; al pie del Sagrario permanezco Yo con los Ángeles, porque Estoy siempre con Él.”

Ver ese rostro hermoso de la Madre en aquel momento del “Santo”, al igual que todos ellos, con el rostro resplandeciente, con las manos juntas en espera de aquel milagro que se repite continuamente, era estar en el mismo cielo. Y pensar que hay gente, habemos personas que podemos estar en ese momento distraídas, hablando… Con dolor lo digo, muchos varones más que mujeres, que de pie cruzan los brazos, como rindiéndole un homenaje de pie al Señor, de igual a igual.

Dijo la Virgen: “Dile al ser humano, que nunca un hombre es más hombre que cuando dobla las rodillas ante Dios.”

El celebrante dijo las palabras de la Consagración. Era una persona de estatura normal, pero de pronto empezó a crecer, a volverse lleno de luz, una luz sobrenatural entre blanca y dorada lo envolvía y se hacía muy fuerte en la parte del rostro, de modo que no podía ver sus rasgos. Cuando levantaba la forma vi sus manos y tenían unas marcas en el dorso de las cuales salía mucha luz. ¡Era Jesús!… Era Él que con Su Cuerpo envolvía el del celebrante como si rodeara amorosamente las manos del señor Arzobispo. En ese momento la Hostia comenzó a crecer y crecer enorme y en ella, el Rostro maravilloso de Jesús mirando hacia Su pueblo.

Por instinto quise bajar la cabeza y dijo nuestra Señora: “No agaches la mirada, levanta la vista, contémplalo, cruza tu mirada con la Suya y repite la oración de Fátima: Señor, yo creo, adoro, espero y Te amo, Te pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no esperan y no Te aman. Perdón y Misericordia… Ahora dile cuánto lo amas, rinde tu homenaje al Rey de Reyes.”

Se lo dije, parecía que sólo a mí me miraba desde la enorme Hostia, pero supe que así contemplaba a cada persona, lleno de amor… Luego bajé la cabeza hasta tener la frente en el suelo, como hacían todos los Ángeles y bienaventurados del Cielo. Por fracción de un segundo tal vez, pensé qué era aquello que Jesús tomaba el cuerpo del celebrante y al mismo tiempo estaba en la Hostia que al bajarla el celebrante se volvía nuevamente pequeña. Tenía yo las mejillas llenas de lágrimas, no podía salir de mi asombro.

Inmediatamente Monseñor dijo las palabras consagratorias del vino y junto a sus palabras, empezaron unos relámpagos en el cielo y en el fondo. No había techo de la Iglesia ni paredes, estaba todo oscuro solamente aquella luz brillante en el Altar.

De pronto suspendido en el aire, vi a Jesús, crucificado, de la cabeza a la parte baja del pecho. El tronco transversal de la cruz estaba sostenido por unas manos grandes, fuertes. De en medio de aquel resplandor se desprendió una lucecita como de una paloma muy pequeña muy brillante, dio una vuelta velozmente toda la Iglesia y se fue a posar en el hombro izquierdo del señor Arzobispo que seguía siendo Jesús, porque podía distinguir Su melena y Sus llagas luminosas, Su cuerpo grande, pero no veía Su Rostro.

Arriba, Jesús crucificado, estaba con el rostro caído sobre el lado derecho del hombro. Podía contemplar el rostro y los brazos golpeados y descarnados. En el costado derecho tenía una herida en el pecho y salía a borbotones, hacia la izquierda sangre y hacia la derecha, pienso que agua pero muy brillante; más bien eran chorros de luz que iban dirigiéndose hacia los fieles moviéndose a derecha e izquierda. ¡Me asombraba la cantidad de sangre que fluía hacia del Cáliz! Pensé que iba a rebalsar y manchar todo el Altar, ¡pero no cayó una sola gota!

Dijo la Virgen en ese momento: “Este es el milagro de los milagros, te lo He repetido, para el Señor no existe ni tiempo ni distancia y en el momento de la consagración, toda la asamblea es trasladada al pie del Calvario en el instante de la crucifixión de Jesús.”

¿Puede alguien imaginarse eso? Nuestros ojos no lo pueden ver, pero todos estamos allá, en el momento en que a Él lo están crucificando y está pidiendo perdón al Padre, no solamente por quienes lo matan, sino por cada uno de nuestros pecados: “¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!”

A partir de aquel día, no me importa si me toman como a loca, pero pido a todos que se arrodillen, que traten de vivir con el corazón y toda la sensibilidad de que son capaces aquel privilegio que el Señor nos concede.

Cuando íbamos a rezar el Padrenuestro, habló el Señor por primera vez durante la celebración y dijo:

“Aguarda, quiero que ores con la mayor profundidad que seas capaz y que en este momento, traigas a tu memoria a la persona o a las personas que más daño te hayan ocasionado durante tu vida, para que las abraces junto a tu pecho y les digas de todo corazón: “En el Nombre de Jesús yo te perdono y te deseo la paz. En el Nombre de Jesús te pido perdón y deseo mi paz. Si esa persona merece la paz, la va a recibir y le hará mucho bien; si esa persona no es capaz de abrirse a la paz, esa paz volverá a tu corazón. Pero no quiero que recibas y des la paz a otras personas cuando no eres capaz de perdonar y sentir esa paz primero en tu corazón.”

“Cuidado con lo que hacen” – continuó el Señor – “Ustedes repiten en el Padrenuestro: perdónanos así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Si ustedes son capaces de perdonar y no olvidar, como dicen algunos, están condicionando el perdón de Dios. Están diciendo perdóname únicamente como yo soy capaz de perdonar, no más allá.”

No sé cómo explicar mi dolor, al comprender cuánto podemos herir al Señor y cuánto podemos lastimarnos nosotros mismos con tantos rencores, sentimientos malos y cosas feas que nacen de los complejos y de las susceptibilidades. Perdoné, perdoné de corazón y pedí perdón a todos los que me habían lastimado alguna vez, para sentir la paz del Señor.

El celebrante decía: “…concédenos la paz y la unidad…” y luego: “la paz del Señor esté con todos ustedes…”

De pronto vi que en medio de algunas personas que se abrazaban (no todos), se colocaba en medio una luz muy intensa, supe que era Jesús y me abalancé prácticamente a abrazar a la persona que estaba a mi lado. Pude sentir verdaderamente el abrazo del Señor en esa luz, era Él que me abrazaba para darme Su paz, porque en ese momento había sido yo capaz de perdonar y de sacar de mi corazón todo dolor contra otras personas. Eso es lo que Jesús quiere, compartir ese momento de alegría abrazándonos para desearnos Su Paz.

Llegó el momento de la Comunión de los celebrantes, ahí volví a notar la presencia de todos los sacerdotes junto a Monseñor. Cuando él comulgaba, dijo la Virgen:

“Este es el momento de pedir por el celebrante y los sacerdotes que lo acompañan, repite junto a Mí: Señor, bendícelos, santifícalos, ayúdalos, purifícalos, ámalos, cuídalos, sostenlos con Tu Amor… Recuerden a todos los sacerdotes del mundo, oren por todas las almas consagradas…”

Hermanos queridos, ese es el momento en que debemos pedir porque ellos son Iglesia, como también lo somos nosotros los laicos. Muchas veces los laicos exigimos mucho de los sacerdotes, pero somos incapaces de rezar por ellos, de entender que son personas humanas, de comprender y valorar la soledad que muchas veces puede rodear a un sacerdote.

Debemos comprender que los sacerdotes son personas como nosotros y que necesitan comprensión, cuidado, que necesitan afecto, atención de parte de nosotros, porque están dando su vida por cada uno de nosotros, como Jesús, consagrándose a él.

El Señor quiere que la gente del rebaño que le ha encomendado Dios ore y ayude en la santificación de su Pastor. Algún día, cuando estemos al otro lado, comprenderemos la maravilla que el Señor ha hecho al darnos sacerdotes que nos ayuden a salvar nuestra alma.

Empezó la gente a salir de sus bancas para ir a comulgar. Había llegado el gran momento del encuentro, de la Comunión, el Señor me dijo: “Espera un momento, quiero que observes algo…” por un impulso interior levanté la vista hacia la persona que iba a recibir la comunión en la lengua de manos del sacerdote.

Debo aclarar que esta persona era una de las señoras de nuestro grupo que la noche anterior no había alcanzado a confesarse, y lo hizo recién esa mañana, antes de la Santa Misa. Cuando el sacerdote colocaba la Sagrada Forma sobre su lengua, como un flash de luz, aquella luz muy dorada-blanca atravesó a esta persona por la espalda primero y luego fue bordeándola en la espalda, los hombros y la cabeza. Dijo el Señor:

“¡Así es como Yo Me complazco en abrazar a un alma que viene con el corazón limpio a recibirme!”

El matiz de la voz de Jesús era de una persona contenta. Yo estaba atónita mirando a esa amiga volver hacia su asiento rodeada de luz, abrazada por el Señor, y pensé en la maravilla que nos perdemos tantas veces por ir con nuestras pequeñas o grandes faltas a recibir a Jesús, cuando tiene que ser una fiesta.

Muchas veces decimos que no hay sacerdotes para confesarse a cada momento y el problema no está en confesarse a cada momento, el problema radica en nuestra facilidad para volver a caer en el mal. Por otro lado, así como nos esforzamos por ir a buscar un salón de belleza o los señores un peluquero cuando tenemos una fiesta, tenemos que esforzarnos también en ir a buscar un sacerdote cuando necesitamos que saque todas esas cosas sucias de nosotros, pero no tener la desfachatez de recibir a Jesús en cualquier momento con el corazón lleno de cosas feas.

Cuando me dirigía a recibir la comunión Jesús repetía: “La última cena fue el momento de mayor intimidad con los Míos. En esa hora del amor, instauré lo que ante los ojos de los hombres podría ser la mayor locura, hacerme prisionero del Amor. Instauré la Eucaristía. Quise permanecer con ustedes hasta la consumación de los siglos, porque Mi Amor no podía soportar que quedaran huérfanos aquellos a quienes amaba más que a Mi vida…”

Recibí aquella Hostia, que tenía un sabor distinto, era una mezcla de sangre e incienso que me inundó entera. Sentía tanto amor que las lágrimas me corrían sin poder detenerlas…

Cuando llegué a mi asiento, al arrodillarme dijo el Señor: “Escucha…” Y en un momento comencé a escuchar dentro de mí las oraciones de una señora que estaba sentada delante de mí y que acababa de comulgar.

Lo que ella decía sin abrir la boca era más o menos así: “Señor, acuérdate que estamos a fin de mes y que no tengo el dinero para pagar la renta, la cuota del auto, los colegios de los chicos, tienes que hacer algo para ayudarme… Por favor, haz que mi marido deje de beber tanto, no puedo soportar más sus borracheras y mi hijo menor, va a perder el año otra vez si no lo ayudas, tiene exámenes esta semana… Y no te olvides de la vecina que debe mudarse de casa, que lo haga de una vez porque ya no la puedo aguantar… etc., etc.”

De pronto el señor Arzobispo dijo: “Oremos” y obviamente toda la asamblea se puso de pie para la oración final. Jesús dijo con un tono triste: “¿Te has dado cuenta? Ni una sola vez Me ha dicho que Me ama, ni una sola vez ha agradecido el don que Yo le He hecho de bajar Mi Divinidad hasta su pobre humanidad, para elevarla hacia Mí. Ni una sola vez ha dicho: gracias, Señor. Ha sido una letanía de pedidos… y así son casi todos los que vienen a recibirme.”

“Yo He muerto por amor y Estoy resucitado. Por amor espero a cada uno de ustedes y por amor permanezco con ustedes…, pero ustedes no se dan cuenta que necesito de su amor. Recuerda que Soy el Mendigo del Amor en esta hora sublime para el alma.”

¿Se dan cuenta ustedes de que Él, el Amor, está pidiendo nuestro amor y no se lo damos? Es más, evitamos ir a ese encuentro con el Amor de los Amores, con el único amor que se da en oblación permanente.

Cuando el celebrante iba a impartir la Bendición, la Santísima Virgen dijo: “Atenta, cuidado… Ustedes hacen un garabato en lugar de la señal de la Cruz. Recuerda que esta bendición puede ser la última que recibas en tu vida, de manos de un sacerdote. Tú no sabes si saliendo de aquí vas a morir o no y no sabes si vas a tener la oportunidad de que otro sacerdote te de una bendición. Esas manos consagradas te están dando la bendición en el Nombre de la Santísima Trinidad, por lo tanto, haz la señal de la Cruz con respeto y como si fuera la última de tu vida.”

¡Cuántas cosas nos perdemos al no entender y al no participar todos los días de la Santa Misa! ¿Por qué no hacer un esfuerzo de empezar el día media hora antes para correr a la Santa Misa y recibir todas las bendiciones que el Señor quiere derramar sobre nosotros?

Estoy consciente de que no todos, por sus obligaciones pueden hacerlo diariamente, pero al menos dos o tres veces por semana, sí y sin embargo tantos esquivan la Misa del domingo con el pequeño pretexto de que tienen un niño chico o dos o diez y por lo tanto no pueden asistir a Misa… ¿Cómo hacen cuando tienen otro tipo de compromisos importantes? Cargan con todos los niños o se turnan y el esposo va a una hora y la esposa a otra hora, pero cumplen con Dios.

Tenemos tiempo para estudiar, para trabajar, para divertirnos, para descansar, pero NO TENEMOS TIEMPO PARA IR AL MENOS EL DOMINGO A LA SANTA MISA.

Jesús me pidió que me quedara con Él unos minutos más luego de terminada la Misa. Dijo:

“No salgan a la carrera terminada la Misa, quédense un momento en Mi Compañía, disfruten de ella y déjenme disfrutar de la de ustedes…”

Había oído a alguien de niña decir que el Señor permanecía en nosotros como 5 ó 10 minutos luego de la comunión. Se lo pregunté en ese momento:

- “Señor, verdaderamente, ¿cuánto tiempo te quedas luego de la comunión con nosotros?”

Supongo que el Señor se debió reír de mi tontera porque contestó: “Todo el tiempo que tú quieras tenerme contigo. Si me hablas todo el día, dedicándome unas palabras durante tus quehaceres, te escucharé. Yo estoy siempre con ustedes, son ustedes los que Me dejan a Mí. Salen de la Misa y se acabó el día de guardar, cumplieron con el día del Señor y se acabó, no piensan que Me gustaría compartir su vida familiar con ustedes, al menos ese día.”

“Ustedes en sus casas tienen un lugar para todo y una habitación para cada actividad: un cuarto para dormir, otro para cocinar, otro para comer, etc. etc. ¿Cuál es el lugar que han hecho para Mí? Debe ser un lugar no solamente donde tengan una imagen que está empolvada todo el tiempo, sino un lugar donde al menos 5 minutos al día la familia se reúna para agradecer por el día, por el don de la vida, para pedir por sus necesidades del día, pedir bendiciones, protección, salud… Todo tiene un lugar en sus casas, menos Yo.”

“Los hombres programan su día, su semana, su semestre, sus vacaciones, etc. Saben qué día van a descansar, qué día ir al cine o a una fiesta, a visitar a la abuela o los nietos, los hijos, a los amigos, a sus diversiones. ¿Cuántas familias dicen una vez al mes al menos: “Este es el día en que nos toca ir a visitar a Jesús en el Sagrario” y viene toda la familia a conversar Conmigo, a sentarse frente a Mí y conversarme, contarme cómo les fue durante el último tiempo, contarme los problemas, las dificultades que tienen, pedirme lo que necesitan… ¡Hacerme partícipe de sus cosas!? ¿Cuántas veces?”

“Yo lo sé todo, leo hasta en lo más profundo de sus corazones y sus mentes, pero me gusta que me cuenten ustedes sus cosas, que Me hagan partícipe como a un familiar, como al más íntimo amigo. ¡Cuántas gracias se pierde el hombre por no darme un lugar en su vida!”

Cuando me quedé aquel día con Él y en muchos otros días, fue dándonos enseñanzas y hoy quiero compartir con ustedes en esta misión que me han encomendado. Dice Jesús:

“Quise salvar a mi criatura, porque el momento de abrirles la puerta del cielo ha sido preñado con demasiado dolor…” “Recuerda que ninguna madre ha alimentado a su hijo con su carne, Yo He llegado a ese extremo de Amor para comunicarles mis méritos.”

“La Santa Misa Soy Yo mismo prolongando Mi vida y Mi sacrificio en la Cruz entre ustedes. Sin los méritos de Mi vida y de Mi Sangre, ¿qué tienen para presentarse ante el Padre? La nada, la miseria y el pecado…”

“Ustedes deberían exceder en virtud a los Ángeles y Arcángeles, porque ellos no tienen la dicha de recibirme como alimento, ustedes sí. Ellos beben una gota del manantial, pero ustedes que tienen la gracia de recibirme, tienen todo el océano para beberlo.”

La otra cosa de la que habló con dolor el Señor fue de las personas que hacen un hábito de su encuentro con Él. De aquellas que han perdido el asombro de cada encuentro con Él. Que la rutina vuelve a ciertas personas tan tibias que no tienen nada nuevo que decirle a Jesús al recibirlo. De no pocas almas consagradas que pierden el entusiasmo de enamorarse del Señor y hacen de su vocación un oficio, una profesión a la que no se le entrega más que lo que exige de uno, pero sin sentimiento…

Luego el Señor me habló de los frutos que debe dar cada comunión en nosotros. Es que sucede que hay gente que recibe al Señor a diario y que no cambia su vida. Que tienen muchas horas de oración y que hace muchas obras, etc. etc. Pero su vida no se va transformando y una vida que no se va transformando, no puede dar frutos verdaderos para el Señor. Los méritos que recibimos en la Eucaristía deben dar frutos de conversión en nosotros y frutos de caridad para con nuestros hermanos.

Los laicos tenemos un papel muy importante dentro de nuestra Iglesia, no tenemos ningún derecho a callarnos ante el envío que nos hace el Señor como a todo bautizado, de ir a anunciar la Buena Nueva. No tenemos ningún derecho de absorber todos estos conocimientos y no darlos a los demás y permitir que nuestros hermanos se mueran de hambre teniendo nosotros tanto pan en nuestras manos.

No podemos mirar que se esté desmoronando nuestra Iglesia, porque estamos cómodos en nuestras Parroquias, en nuestras casas, recibiendo y recibiendo tanto del Señor: Su Palabra, las homilías del sacerdote, las peregrinaciones, la Misericordia de Dios en el Sacramento de la confesión, la unión maravillosa con el alimento de la comunión, las charlas de tales o cuales predicadores.

En otras palabras, estamos recibiendo tanto y no tenemos el valor de salir de nuestras comodidad, de ir a una cárcel, a un instituto correccional, hablarle al más necesitado, decirle que no se entregue, que ha nacido católico y que su Iglesia lo necesita, ahí, sufriente, porque ese su dolor va a servir para redimir a otros, porque ese sacrificio le va a ganar la vida eterna.

No somos capaces de ir donde los enfermos terminales en los hospitales y rezando la coronilla a la Divina Misericordia, ayudarlos con nuestra oración en ese momento de lucha entre el bien y el mal, para librarlos de las trampas y tentaciones del demonio. Todo moribundo tiene temor y el solo tomar la mano de uno de ellos y hablarle del amor de Dios y de la maravilla que lo espera en el Cielo junto a Jesús y María, junto a sus seres que partieron, los reconforta.

La hora que estamos viviendo, no admite filiaciones con la indiferencia. Tenemos que ser la mano larga de nuestros sacerdotes para ir donde ellos no pueden llegar. Pero para ello, para tener el valor, debemos recibir a Jesús, vivir con Jesús, alimentarnos de Jesús.

Tenemos miedo a comprometernos un poco más y cuando el Señor dice: “Busca primero el Reino de Dios y lo demás se te dará por añadidura”, es el todo hermanos. Es el buscar el Reino de Dios por todos los medios y con todos los medios y… ¡abrir las manos para recibir TODO por añadidura; porque es el Patrón que mejor paga, el único que está atento a tus menores necesidades!

Hermano, hermana, gracias por haberme permitido cumplir con la misión que se me ha encomendado: hacerte llegar estas páginas.

La próxima vez que asistas a la Santa Misa, vívela. Sé que el Señor cumplirá contigo la promesa de que “Nunca más tu Misa volverá a ser la de antes”, y cuando lo recibas: ¡Ámalo! Experimenta la dulzura de sentirte reposando entre los pliegues de Su costado abierto por ti, para dejarte Su Iglesia y Su Madre, para abrirte las puertas de la Casa de Su Padre, para que seas capaz de comprobar Su Amor Misericordioso a través de este testimonio y trates de corresponderle con tu pequeño amor.

Que Dios te bendiga en esta Pascua de Resurrección.

Tu hermana en Jesucristo Vivo,

Catalina Rivas
Misionera laica del Corazón Eucarístico de Jesús

ANOTACIONES

“NO ENCUENTRO NADA EN CONTRA DE LA FE O LAS COSTUMBRES DE LA IGLESIA”
PBRO. DANIEL GAGNON, OMI
COMISIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
ARQUIDIÓCESIS DE MÉXICO
ABRIL 2000

NO ES MI FUNCIÓN CONFIRMAR SU CARÁCTER SOBRENATURAL. SIN EMBARGO LO RECOMIENDO POR SU INSPIRACIÓN ESPIRITUAL.

Propiedad registrada © 2004, La Gran Cruzada del Amor y Misericordia. Todo derecho reservado. Este libro se publica en coordinación con El Apostolado de la Nueva Evangelización (ANE).

Permiso es otorgado para reproducir este libro en su totalidad, sin haber sufrido cambios o adiciones, y siempre y cuando la reproducción y distribución sean hechas únicamente sin fines de lucro. Este documento está disponible sin costo ninguno, a través del Internet. Se puede entrar en línea e imprimir de los siguientes sitios en el WEB:
En español: www.grancruzada.org
En inglés: www.greatcrusade.org

Para información adicional, por favor escriba a:
La Gran Cruzada del Amor y Misericordia
(The Great Crusade of Love and Mercy)
P.O. Box 857, Lithonia, Georgia 30058 USA
www.loveandmercy.org

Por favor, ¡comparte este regalo! Si Jesús le habló a tu corazón mientras leías esta libro, por favor comparte estas palabras, sacando fotocopias de este documento para difundirlo a personas que al leerlo pienses que vayan a ser bendecidas. Por favor, permite que el Espíritu Santo te guíe en la evangelización, de acuerdo con los dones que Él te ha dado.

http://www.tengoseddeti.org/article/testimonio-de-catalina-rivas-sobre-la-santa-misa

Aquí les dejo el link e la película: "EL GRAN MILAGRO", basada en estas visiones de Catalina Rivas. Te invito a que la veas, jamás volverás a ver la misa de la misma forma que hasta hoy, comenzarás a vivirla de una forma maravillosa.


https://www.youtube.com/watch?v=0UI7-p_grWo

martes, 13 de agosto de 2013

Calendario de Fiestas Marianas





PRINCIPALES FIESTAS MARIANAS DEL AÑO

María Madre de Dios (1 ENERO)    
Presentación de Jesús y Purificación de Nuestra Señora (2 FEB) 
Nuestra Señora de Lourdes  (11 FEB)
La Anunciación  (25 MARZO)
Nuestra Señora de Fátima  (13 MAYO) 
Visitación de Nuestra Señora  (31 MAYO)
Perpetuo Socorro, Sábado de la 3ª sem.de Pentecostés  Inmaculado Corazón de María  (27 JUNIO) 
Nuestra Señora del Carmen  (16 JULIO)
Asunción de Nuestra Señora  (15 AGOSTO) 
María Reina  (22 AGOSTO)
Nacimiento de la Santísima Virgen María  (8 SEPT)
Nuestra Señora de los Dolores  (15 SEPT)
Nuestra Señora del Rosario  (7 OCT) 
Presentación de la Santísima Virgen María  (21 NOV)
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa  (27 NOV)
Inmaculada Concepción  (8 DIC) 
Nuestra Señora de Guadalupe  (12 DIC) 



UNA FIESTA MARIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO

La mayoría de estas fiestas solo se celebran a nivel regional

 Enero

1.   Vísperas de la Purificación de Nuestra Señora.
2.   Presentación de Jesús y Purificación de Nuestra Señora de la Candelaria.
3.   Nuestra Señora de Saideneida, Damasco.
5.   Dedicación de la primera Iglesia de Nuestra Señora, Tortosa, Italia.
6.   Nuestra Señora de Louvain, Bélgica.
7.   Nuestra Señora de la Gracia            
8.   Abadía de Nuestra Señora del Lirio, Melun, Francia.
9.   Nuestra Señora de las Campanas, Catedral de Saintes, Francia.
10. Nuestra Señora de la Paloma, Bolonia, Italia.
11. Nuestra Señora de Lourdes, Francia.
12. Nuestra Señora de Argenteuil, París.
13. Nuestra Señora de Pellevoisin, Francia.
14. Nuestra Señora de Bourbourg, Flandes.
15. Nuestra Señora de Paris, Francia.
16. Nuestra Señora de la Espina, Chalons-Sur-Marne, Francia.
17. Nuestra Señora de Constantinopla, Bari, Turquía.
18. Nuestra Señora de Laon, Reims, Francia.
19. Nuestra Señora de la Buena Noticia, Lempdes, Francia.
20. Nuestra Señora de Bolougne sur Mer, Francia.
21. Nuestra Señora de Bon Port, Dol.
22. Nuestra Señora del Socorro, Rennes, Francia.
23. Nuestra Señora de Roches, cerca de Salamanca, España.
25. Nuestra Señora de la Victoria, Constantinopla. Nuestra Señora del Gran Poder,                   Canadá.
26. Nuestra Señora de los Campos, Paris, Francia.
27. Nuestra Señora de la Luz, Lisboa, Portugal, y Palermo, Italia.
28. Institución del Monasterio de la Anunciación, Bethune, Francia.




Febrero

1.   Vísperas de la Purificación de Nuestra Señora.
2.   Presentación de Jesús y Purificación de Nuestra Señora. Candelaria.
3.   Nuestra Señora de Saideneida, Damasco.
4.   Nuestra Señora del Fuego.
5.   Dedicación de la primera Iglesia de Nuestra Señora por San Pedro, Tortosa, Italia.
6.   Nuestra Señora de Louvain, Bélgica.
7.   Nuestra Señora de la Gracia (o Nuestra Señora de la Cabeza Inclinada) Roma.
8.   Nuestra Señora del Lirio, Melun, Francia.
9.   Nuestra Señora de las Campanas, Catedral de Saintes, Francia.
10. Nuestra Señora de la Paloma, Bolonia, Italia.
11. Nuestra Señora de Lourdes, Francia.
12. Nuestra Señora de Argenteuil, Paris.
13. Nuestra Señora de Pellevoisin, Francia.
14. Nuestra Señora de Bourbourg, Flandes.
15. Nuestra Señora de Paris, Francia.
16. Nuestra Señora de la Espina, Chalons-sur-Marne, Francia.
17. Nuestra Señora de Constantinopla, Bari, Turquía.
18. Nuestra Señora de Laon, Reims, Francia.
19. Nuestra Señora de la Buena Noticia, Lempdes, Francia.
20. Nuestra Señora de Bolougne sur Mer, Francia.
21. Nuestra Señora de Bon Port, Dol.
22. Nuestra Señora del Socorro, Rennes, Francia.
23. Nuestra Señora de Roches, cerca de Salamanca, España.
24. Nuestra Señora hecha por San Lucas.
25. Nuestra Señora de la Victoria, Constantinopla. 
26. Nuestra Señora de los Campos, Paris, Francia.
27. Nuestra Señora de la Luz, Lisboa, Portugal, y Palermo, Italia.


Marzo

1.   Nuestra Señora de la Cruz (Della Croce) Crema, Italia.
2.   Nuestra Señora de las Apariciones Madrid, España.
3.   Nuestra Señora de los Angeles Toluse, Francia.
      Nuestra Señora de Longport, Valois, Francia.
4.   Nuestra Señora de la Guardia, Marsella, Francia.
5.   Nuestra Señora de la Buen Auxilio, Montreal, Canadá.
6.   Nuestra Señora de Nazaret, Pierre Noire, Portugal.
7.   Nuestra Señora de la Estrella, Villa Viciosa, Portugal.
8    Nuestra Señora de las Virtudes, Lisboa, Portugal. 
9.   Nuestra Señora de Savigny, Francia.
10. Nuestra Señora de la Vid, Tuscani, Italia.
11. Nuestra Señora de los Bosques, Porto, Portugal y Gran Bretaña.
12. Nuestra Señora de los Milagros, St. Maur del Fosses, Francia.
13. Nuestra Señora de la Emperadora, Roma.
14. Nuestra Señora de la Breche, Chartres, Francia.
15. Nuestra Señora de la Clandestinidad, Chartres, Francia.
16. Nuestra Señora de la Fuente, Constantinopla.
17. Nuestra Señora de Irlanda.
18. Nuestra Señora de las Mercedes de Savona.
19. Solemnidad de San José. La Señora Bella, Nogent-Sur-Seine, Francia.
20. Nuestra Señora de Calevourt, Bélgica.
21. Nuestra Señora de Bruges, Flande.
22. Nuestra Señora de Citeaux, Francia, construida por San Roberto.
23. Nuestra Señora de la Victoria de Lepanto, Hungría.
24. Víspera de la Anunciación.
25. Solemnidad de la Anunciación.
26. Nuestra Señora de Soessons, Francia.
27. Aparición de Nuestro Señor a Nuestra Señora.
28. Nuestra Señora de Castelbruedo, Cataluña, España.
29. Aparición de Nuestra Señora a Santa Bonet.
30. Restablecimiento de la Capilla de Nuestra Señora en Boulogne-Sur-Mer.
31. Nuestra Señora de la Santa Cruz, Jerusalén.




Abril

1.   Nuestra Señora de las Lágrimas, Sicilia.
2.   Nuestra Señora de la Alta Gracia, República Dominicana.
      Nuestra Señora la Grande, Pointers, Francia.
3.   Aparición de Nuestro Señor a Nuestra Señora y los Apóstoles en el cenáculo.
4.   Nuestra Señora de la Gracia, Normandía, Francia.
5.   Nuestra Señora de la Divina Providencia, Cussanio, Italia.
6.   Nuestra Señora de la Concepción, Flandes.
7.   Nuestra Señora de Puig, Valencia, España.
8.   Nuestra Señora del Valle, Sicilia.
9.   Nuestra Señora de Myans, Savoy, Francia.
10. Nuestra Señora de Laval.
11. Nuestra Señora de Fourviere, Francia.
12. Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, Cuba.
13. Nuestra Señora de Mantua.
14. Apariciones de Nuestra Señora a Santa Ludwina.
      Nuestra Señora de Guam.
15. Nuestra Señora de Keiff, Rusia.
16. Nuestra Señora de las Victorias en la Iglesia de San Marcos, Venecia.
17. Nuestra Señora de Arabida, Portugal.
18. Nuestra Señora de Loreto. Indulgencia plenaria a todos los que la visiten. 
19. Nuestra Señora de Lyons, Francia.
20. Nuestra Señora de Schier, Bavaria.
21. Institución de la Cofradía de la Inmaculada Concepción, Toledo, España.
22. Nuestra Señora de Betharam, Francia.
23. Nuestra Señora de Mende, África.
24. Nuestra Señora de Bonaria, Isla Cerdeña.
25. Dedicación de la Santa Capilla Menor de París en honor a Nuestra Señora.
26. Nuestra Señora del Buen Consejo y Nuestra Señora de Nairea, Navarra.
27. Nuestra Señora de Moreneta, España.
28. Nuestra Señora del Roble, Francia.
      Nuestra Señora de Quito, Ecuador.
29. Nuestra Señora de la Fe, Amiens, Francia.
30. Nuestra Señora del África, Argel.

Mayo

Cuarto Domingo:  Nuestra Señora de Carquere, Portugal.

1.   Nuestra Señora de Reina de Mayo.
2.   Nuestra Señora de Oviedo, España.
3.   Nuestra Señora de Jasna Gora, Polonia.
4.   Nuestra Señora Ayudante, Normandía, Francia.
5.   Nuestra Señora Reina de los Apóstoles.
6.   Nuestra Señora de los Milagros, Roma.
7.   Nuestra Señora de Haut.
8.   Los Siete Gozos de Nuestra Señora.
9.   Nuestra Señora de Pompei.
10. Nuestra Señora de Loreto, Ancona, Italia.
11. Dedicación de Constantinopla a Nuestra Señora
12. Nuestra Señora de Aparecida, Patrona de Brazil.
13. Nuestra Señora del Poder, Aubervillers, Francia.
14. Nuestra Señora de Fátima. Nuestra Señora de los Mártires, Roma.
15. Nuestra Señora de Bavaria.
16. Nuestra Señora de Francia.
17 Apariciones de Nuestra Señora Santa Catalina de Alejandría.
18. Nuestra Señora de las Lágrimas, Italia.
19. Dedicación de Nuestra Señora de la Abadía Bon Port, Diócesis de Evreux.
20. Nuestra Señora de Flines, Douay.
21. Dedicación de la Iglesia de La Ferté, Burgandy en honor a Nuestra Señora.
22. Nuestra Señora de Vladimir, Rusia. Nuestra Señora del Sudor, Salerno, Italia.
23. Nuestra Señora del Monte Virgen, cerca de Nápoles, Italia.
24. Nuestra Señora de los Milagros de Brescia, Italia.
25. Nuestra Señora María Auxiliadora.
26. Nuestra Señora la Nueva, Jerusalén.
27. Nuestra Señora de Caravaggio, Italia.
28. Nuestra Señora de Nápoles, Italia.
29. Fiesta de las Reliquias de Nuestra Señora, Venecia, Italia.
30. Nuestra Señora de Ardents, Arras, Francia.
31. Nuestra Señora del Sagrado Corazón.
      Fiesta de la Visitación de Nuestra Señora.



 Junio

1.   Nuestra Señora de la Estrella, Aquileia, Italia.
2.   Nuestra Señora de Edesa, Asia Menor.
3.   Nuestra Señora de Sasopoli, Italia.
4.   Nuestra Señora de la Colina, Lombardía, Italia.
5.   Nuestra Señora de Haut, Francia.
6.   Institución de las Monjas de la Visitación de Nuestra Señora.
7.   Nuestra Señora de Marienthal, Alemania.
8.   Nuestra Señora de Alejandría, Egipto.
9.   Nuestra Señora de Mentorello, Italia.
      Nuestra Señora de Ligny, Francia.      
10. Nuestra Señora de Cranganor, India.
11. Nuestra Señora de Esquernes, Flanders.
12. Apariciones de Nuestra Señora a San Germán, Francia.
13. Dedicación de la Iglesia de Nuestra Señora de Sichem, Bélgica.
14. Nuestra Señora de Arras, Francia (371).
15. Nuestra Señora de la Feuillants, Tolosa, Francia.
      Nuestra Señora del Filo, Inglaterra.
16. Nuestra Señora de Aix de la Chapelle, Alemania.
17. Nuestra Señora del Bosque, Britanny, Francia.
18. Nuestra Señora a Santa Inés de Monte Pulciano, Italia.
19. Nuestra Señora de Monte Senario, Florencia, Italia.
20. Nuestra Señora de la Consolación, Luxemburgo.
21. Nuestra Señora de Matarieh en el Gran Cairo, Egipto.
22. Nuestra Señora de Narni, Italia.
23. Nuestra Señora de Justinienne en Cartago.
24. Nuestra Señora de Clos Evrard, Trier, Alemania.
25. Maternidad Divina de Nuestra Señora.
26. Nuestra Señora de Meliapore, Indias del Este.
27. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
      Nuestra Señora del Dorade, Francia.  
28. Institución del Ángelus de Nuestra Señora, Europa.
29. Nuestra Señora de Buglose, Francia.
30. Nuestra Señora de Calais, Francia.



Julio

1.   Dedicación de la Iglesia de Jumieges, Normandía, Francia.
2.   Festividad de la Visitación de Nuestra Señora.
3.   Nuestra Señora de la Carolle, París.
4.   Nuestra Señora de los Milagros, Aviñón, Francia.
5.   Dedicación de Nuestra Señora de Cambray, Arras, Francia.
6.   Nuestra Señora D´Iron, Dunois, Francia.
7.   Nuestra Señora de Arras, Los Países Bajos.
8.   Nuestra Señora de Kazán, Rusia.
9.   Nuestra Señora de la Expiación, Graymoor, Nueva York.
10. Nuestra Señora de Boulogne, Francia.
11. Nuestra Señora de Clary, cerca de Orleans, Francia.
12. Nuestra Señora de Lure, Aviñón, Francia.
13. Nuestra Señora de Chartres, Francia.
14. Nuestra Señora del Arbusto, Portugal.
15. Nuestra Señora de Molanus, Jerusalén.
16. Nuestra Señora del Carmen. Fiesta del Escapulario Café.
17. Nuestra Señora de Campitelli, Italia.
18. Nuestra Señora de las Victorias, Toledo, España.
19. Nuestra Señora de Moyen Point, cerca de Peronne, Francia.
20. Nuestra Señora de la Gracia, en Picpus, Faubourg, St. Antoine, Paris.
21. Nuestra Señora de Verdun, Lorraine.
22. Nuestra Señora de la Seguridad o del Escondite Seguro, Overloon, Holanda.
23. Nuestra Señora de Premontre, Lancaster, Inglaterra
24. Nuestra Señora de Cambrón, Francia.
25. Nuestra Señora de Lac Bouchet, Quebec.
26. Nuestra Señora de la Fe, Cauchy.
27. Victoria sobre los Turcos 1480, a través de la intercesión de Nuestra Señora.
28. Nuestra Señora de la Fe, Gravelines.
29. Nuestra Señora del Rescate, Madrid, España.
30. Nuestra Señora de Gray, Francia.
31. Nuestra Señora del Martirio, Lorban, Portugal.




Agosto

1.   Nuestra Señora de la Merced.
2.   Nuestra Señora de los Angeles, Asís, Italia.
3.   Nuestra Señora de las Reverencias, Londres.
4.   Nuestra Señora de Dordrecht, Holanda.
5.   Santa María la Mayor (Nuestra Señora de las Nieves), Roma, Italia.
6.   Nuestra Señora de Copacabana, Bolivia.
7.   Nuestra Señora de Schiedam, Holanda.
8.   Nuestra Señora de Kuehn, cerca de Brucelas, Bélgica.
9.   Nuestra Señora de Oegnies, Brabant, Países Bajos.
10. Nuestra Señora de las Mercedes, Barcelona, España.
11. Nuestra Señora del Camino, San Carlos, Missouri.
12. Nuestra Señora de Rouen, Francia.
13. Dormición de Nuestra Señora (Trad.)
14. Vigilia de la Asunción de Nuestra Señora
15. Solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora a los cielos, Día de Precepto.
16. Nuestra Señora de Trapani, Sicilia.
17. Nuestra Señora de Chartrés  
18. Coronación de Nuestra Señora.
19. Nuestra Señora de Don, Rusia.
20. Nuestra Señora del "Ave" de San Bernardo, Brabana, Países Bajos.
21. Nuestra Señora de Knock, Irlanda.
22. El Reinado de María, Octava de la Asunción.
23. Nuestra Señora de la Victoria de Valois, Francia.
24. Nuestra Señora Salud de los Enfermos.
25. Nuestra Señora de Rossano, Calabria, Italia.
26. Nuestra Señora de Czestochowa, Polonia.
      Nuestra Señora de la Treille Douay, Francia.
27. Nuestra Señora de Moustier, Francia.
      Los 7 gozos de la Santísima Virgen María.
28. Nuestra Señora de Kiev, Rusia.
29. Nuestra Señora de Clermont, Polonia.
31. Nuestra Señora de los Fundadores, Constantinopla.

 

Septiembre

1.   Colección de todas las Fiestas de Nuestra Señora, celebrada en Louvain.
2.   Nuestra Señora de Helbron, Alemania.
3.   Nuestra Señora del Divino Pastor, Francia.
4.   Nuestra Señora de Haut, le restauró la vida a una mujer joven.
5.   Nuestra Señora de los Bosques, Galloro.
6.   Nuestra Señora de la Fuente, Valenciennes, Francia.
7.   Vigilia del Nacimiento de Nuestra Señora.
8.   Nacimiento de la Santísima Virgen María (Trad.).
9.   Nuestra Señora de Le Puy, Francia.
10. Nuestra Señora de Trut, Santuario cerca de Cologne, Alemania.
11. Nuestra Señora de Hildesheim, Alemania.
12. El Dulce Nombre de María. (Trad.)
13. Nuestra Señora de Zell (Mariazell), Austria.
14. Nuestra Señora de Einsiedeln, Suiza.
15. Nuestra Señora de los Dolores 7 Dolores de María.
16. Nuestra Señora de la Buena Nueva, Sicilia.
17. Nuestra Señora de las Candelas.
18. Nuestra Señora de Smelcem, Flanders.
19. Nuestra Señora de La Salette, Francia.
20. Nuestra Señora del Pie de Plata, Lorraine, Francia.
21. Nuestra Señora de Pucha, Valencia.
22. El Nombre de María.
23. Nuestra Señora de Valvenere, España.
24. Nuestra Señora del Rescate, España.
25. Nuestra Señora Madre del Divino Pastor, España.
26. Nuestra Señora de la Victoria en Tourney.
27. Nuestra Señora de la Feliz Asamblea, Le Laus, Francia.
28. Nuestra Señora de Cambrón, Francia.
29. Nuestra Señora de Tongres, Francia.
30. Nuestra Señora de Beaumont, Lorraine, Francia.



Octubre

1.   Fundación de la Abadía de la Couronne en Angouleme.
2.   Nuestra Señora de la Asunción, Nápoles, Italia.
3.   Nuestra Señora del Lugar, Roma.
4.   Nuestra Señora de Vaussivieres, Auvergne, Francia.
5.   Nuestra Señora de Buch, Guienne.
6.   Nuestra Señora de Toda Ayuda. Nuestra Señora de la Plebe, Venecia.
7.   Nuestra Señora del Rosario.
8.   Iglesia de Nuestra Señora de los Regalos, Avignon, Francia.
9.   Cura Milagrosa de San Juan Damaceno por Nuestra Señora.
10. Nuestra Señora del claustro, Citeaux, Francia.
11. Fiesta de la Divina Maternidad de Nuestra Señora (Trad.).
12. Nuestra Señora del Pilar, España.
      Nuestra Señora de Zapopán, México              
      Nuestra Señora de la Fe, Bélgica.
13. Nuestra Señora de Clairveaux, Francia.
14. Nuestra Señora de Larochelle, Francia.
15. Dedicación de la Iglesia de Nuestra Señora de Terouenne.
16. Dedicación de la Iglesia de Nuestra Señora de Milán.
17. Dedicación de la Cueva de Nuestra Señora de Chartres, Francia.
18. Dedicación de la Iglesia de Nuestra Señora de Reims.
19. Dedicación de la Santa Cruz y Nuestra Señora de la Abadía, Francia.
20. Dedicación de la Abadía de Nuestra Señora, Pontigny, Francia.
21. Nuestra Señora de Talan, Francia.
22. Nuestra Señora de la Clandestinidad, Gran Cairo.
23. Nuestra Señora de la Consolación, Francia.
24. Nuestra Señora de los Ermitaños, Suiza.
25. Dedicación de la Catedral de Nuestra Señora de Toledo, España.
26. Nuestra Señora de la Victoria, Francia.
27. Dedicación Basílica de Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos, Italia.      
28. Nuestra Señora de Vivonne, Francia.
29. Nuestra Señora de Oropa, Italia.
30. Nuestra Señora de Mondevi, Piedmont.
31. El Milagro de San Fort, Chartres, Francia.

 

Noviembre

1.   Nuestra Señora de la Palma, Cádiz, España.
2.   Nuestra Señora de Emminont, Francia.
3.   Nuestra Señora de Rennes, Francia.
4.   Nuestra Señora de Port Louis, Milán, Italia.
5.   Nuestra Señora de Damietta, Egipto.
6.   Nuestra Señora de Valfleurie, Francia.
7.   Nuestra Señora del Estanque, Francia.
8.   Nuestra Señora de Belle Fontaine, La Rochelle, Francia.
9.   Nuestra Señora de Almudena, Madrid, España.
10. Nuestra Señora de Loreto.
11. Nuestra Señora de los Portugueses.
12. Nuestra Señora de la Torre Secreta, Turín, Italia.
13. Nuestra Señora de Nanteuil, Francia.
14. Nuestra Señora de la Gruta, Lamego, Portugal.
15. Nuestra Señora de Pignerol, Francia.
16. Nuestra Señora de Chieves, Bélgica.
17. Nuestra Señora de Sión, Reina de los Judíos.
18. Virgen del Rosario de Chiquinquirá, Colombia.
19. Nuestra Señora de la Buena Noticia o Noticias Alegres.
20. Nuestra Señora de La Guarde, Italia.
21. Presentación de la Santísima Virgen María.
22. Nuestra Señora de Lavang, Viet Nam.
23. Nuestra Señora de, Italia.
24. Nuestra Señora de Montserrat, España.
25. Nuestra Señora de la Roca de Fiesola, Italia.
26. Nuestra Señora de las Montañas, Italia.
27. Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.
28. Nuestra Señora de Walsingham, Inglaterra.
29. Aparición de Nuestra Señora en Beauraing, Bélgica.
30. Nuestra Señora de Genesta.


Diciembre

1.   Nuestra Señora de Ratisbon, Bavaria.
2.   Nuestra Señora de Didinia, Capadocia, Turquía.
3.   Nuestra Señora de Filermo, Malta. Nuestra Señora de la Victoria, París.
4.   Nuestra Señora la Chappelle, Abbeville.
5.   Nuestra Señora del Colegio Jesuita, Roma.
6.   Nuestra Señora de Seez.
7.   Nuestra Señora de Paris.
8.   Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. 
      Día de Precepto.
9.   Nuestra Señora de la Concepción, Nápoles.
10. Nuestra Señora de Loreto, Italia.
11. Nuestra Señora de los Ángeles, París.
12. Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona del Continente Americano y México. 13. Nuestra Señora de la Santa Capilla, París.
14. Nuestra Señora de Alba Royale, Hungría.
15. Nuestra Señora las Fuerzas Armadas.
16. Nuestra Señora del Buen o Feliz Parto.
17. Nuestra Señora de Amiens, Francia.
18. Dedicación de Nuestra Señora de Marsella.
19. Nuestra Señora de Toledo, España.
20. Nuestra Señora de Molene, Francia.
21. Nuestra Señora de San Acheul, Amiens, Francia.
22. Nuestra Señora de Chartres, Madre de la Juventud, Francia.
23. Nuestra Señora de Ardilliers, Francia.
24. Nupciales de Nuestra Señora y San José.
25. Nacimiento de Nuestro Jesucristo, Dios y Señor. Día Precepto.
26. Nuestra Señora de Acheripita, Rossano, Italia.
27. Fiesta de la Sagrada Familia. Institución de los Caballeros de Nuestra Señora.
28. Nuestra Señora de Pontoise, Francia.
29. Nuestra Señora de Spire, Alemania.
30. Nuestra Señora de Bolonia, Italia.
31. La Imagen de Nuestra Señora de Chartres.