martes, 7 de julio de 2015

Nuestro Divino Ascensor: ¡El Inmaculado Corazón de María!


El ascenso a la montaña de perfección es demasiado escabroso, demasiado empinado para ser escalado por cualquier criatura. Al pie de esta exorbitante montaña de santidad estamos nosotros, demasiado débiles para escalar. Lo que se necesita es un ascensor celestial: El Inmaculado Corazón de María, por el que somos transportados a la cima del Amor perfecto.

Para poder ser transportados en el Corazón puro de María, debemos tener una confianza de niño, de abandono absoluto. El Inmaculado Corazón de María hará el resto. No debemos sin embargo, permanecer ociosos después de colocarnos en su Corazón, más bien, esforzarnos para darle gozo mientras ella nos transporta.

¿En qué consistirán nuestros esfuerzos? Debemos corresponder con todas las gracias y continuamente decirle a la Inmaculada que la amamos y que dependemos enteramente de su fuerza para llevarnos a la cima de la perfección.

El medio más excelente y seguro de ser transformados a Cristo, es atraer hacia nosotros ese consumidor Fuego de Amor que es Dios mismo. ¡Ningún vaso está más consumido con este Fuego Divino de Amor que el Corazón de María! Por consiguiente, descansando en el Corazón Inmaculado de María, un alma, expuesta a esas Llamas de Amor, será transformada en este Amor del que la Santísima Trinidad es la fuente eterna.


Así, al amar a Nuestra Santísima Madre y abandonándonos a su Corazón, tendremos a nuestra disposición el Amor mismo, y si puedo decirlo, ¡El Amor mismo de Dios!

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